Aunque pueda parecer lo contrario, en el campo de los juguetes eróticos no solo existe el Satisfyer. Más allá del famoso succionador de clítoris, que ha revolucionado el mercado y las conversaciones sobre sexualidad femenina, se extiende un extenso páramo lleno de objetos de distintos tamaños y colores, pensados única y exclusivamente para producir placer a la mujer, ya sea en solitario o durante sus relaciones sexuales. Uno de ellos son las bolas chinas, dos pequeños accesorios que, más allá del placer, ayudan a fortalecer el suelo pélvico.
De hecho, no pienses que este objeto es nuevo: se sabe que las geishas japonesas ya las usaban para alcanzar mejor el orgasmo. Su tecnología era un poco menos avanzada que la actual, pero, a grandes rasgos, el juguete sigue funcionando igual que entonces, estimulando los músculos del suelo pélvico, así como los ligamentos de la uretra, la vagina, el útero, la vejiga y el recto, para potenciar el placer sexual.
¿Y esto en qué se traduce? Pues en la evitación de la incontinencia urinaria, una mejor lubricación, un menor riesgo de colapso y, en general, resultados más placenteros durante la masturbación y las relaciones sexuales con otras personas.
Si entras en una tienda de juguetes eróticos, ya sea online o con puertas correderas, comprobarás que las bolas chinas se ofrecen en decenas de colores, tamaños y formas, lo que se traduce en precios muy distintos. Por norma general, todas son dos esferas (una mayor y otra más pequeña) unidas y con un hilo que permite extraerlas, y su uso va desde lo terapéutico hasta el fetiche.
Las bolas se introducen en la vagina como un tampón, habitualmente con la ayuda de un lubricante, durante sesiones de distinta duración. La idea es colocárselas y hacer las labores de un día normal, como ir a la compra o andar por la casa, para que estos objetos trabajen el suelo pélvico.
Al principio puede resultar un poco incómodo o extraño, ya que con el movimiento de la bola interna se activa la musculatura: notarás contracciones vaginales mientras las lleves puestas. Las primeras veces, las bolas se colocan unos tres días a la semana durante quince minutos, pero con el paso del tiempo se pueden usar a diario y hasta media hora. Con un uso continuado y responsable, el suelo pélvico se tonificará casi sin que te percates.
Algunos sexólogos y fisioterapeutas recomiendan su uso en mujeres que acaban de dar a luz, después de la cuarentena, para que la musculatura pélvica se recupere cuanto antes. También suele recomendarse para mujeres que sufren incontinencia urinaria breve, aunque en general mejoran la sensibilidad y el tono vaginal, así como la lubricación, desde los primeros usos. Sin embargo, esto no significa que todas las personas puedan usarlas: si dudas, lo mejor es acudir a tu ginecólogo o ginecóloga y plantearle tu caso, para que te asesore mejor.
La principal ventaja de las bolas chinas es que cada vez existen más modelos, con formas diferentes y más ergonómicas, diferentes diámetros y materiales… en ese sentido, es complicado que no encuentres unas que vayan contigo. Quizás por eso sean un juguete tan exitoso: son fáciles de poner y de quitar, baratas y sus resultados se observan en cuestión de días.
Si te animas a usarlas y compras unas, consulta en una tienda cuál deberías usar según tu estilo y condiciones de vida. Una vez lleguen a casa, esterilízalas en agua hirviendo durante diez minutos y lávalas con agua y jabón neutro antes de introducirlas en la vagina; después, coloca lubricante en la punta de la primera bola e introdúcelas en la vagina.
Debes estar cómoda, en una postura similar a la que se recomienda para colocar un tampón o copa menstrual, para que las dos bolas entren detrás del músculo. Deja la cuerda fuera y ponte de pie: comprobarás que la gravedad hace los suyo y las bolas bajan hacia la entrada.
Después, todo es probarlas. Haz distintos ejercicios y actividades con ellas y nunca superes el tiempo recomendado. Ante todo, recuerda: los ejercicios de Kegel son tus amigos, también cuando hablamos de bolas chinas. Juntos, son un tándem imbatible.