Es de vital importancia cuidar tu piel. Para ello, antes de nada, deberemos saber qué tipo de piel tenemos y, de esta manera, podremos encontrar el tratamiento que más se ajuste a nuestras necesidades. Debes saber que existen diferentes tipos de pieles y cada una de ellas necesitará un producto determinando para conseguir un aspecto perfecto y saludable.
Por lo general, los tipos de piel más comunes son: normal, grasa, mixta, seca y sensible. Pero, ¿cómo sabremos en cuál de todas encaja nuestra piel? Antes de continuar, hay que dejar claro que los trastornos de la piel aparecerán en cualquiera de los diferentes tipos y que, en esos casos, tendrás que acudir a un especialista.
Las pieles normales serán aquellas que tienen pocos granos e imperfecciones, con poros pequeños y no suelen irritarse o enrojecerse con facilidad. Suelen ser muy equilibradas, ni secas ni grasas, y son más resistentes ante la aparición de manchas. Si es tu caso, te encontrarás con grandes ventajas a la hora de hacerte con cualquier producto, ya que dispondrás de una gama mucho más amplia de tratamientos que se ajustan a este tipo de piel y podrás hacerte con ellos en muchos más establecimientos y a precios mucho más asequibles.
Las pieles grasas se caracterizarán por tener poros más grandes, una sensación grasa y mayor cantidad de imperfecciones. Estas características hacen que sea un poco más complicada de cuidar. Si es tu tipo de piel, lo más recomendable será que hagas uso de productos antibacterianos que equilibren ese exceso de grasa y, aunque pueda resultar extraño, tampoco habrá que lavarse en exceso.
Las pieles mixtas serán aquellas que tienen más grasa en la llamada zona de T, es decir, en la frente, la nariz y la barbilla, una circunstancia que podrá provocar unos fuertes brotes y puntos negros. Para ello, será importante hacer uso de un buen limpiador y un humectante ligero. El resto del rostro suele tender a asemejarse con el tipo de piel normal o, incluso, seca.
La piel seca retiene menos humedad que las pieles normales y las glándulas sebáceas segregan menos grasa. Esto puede provocar descamación y la aparición de líneas de expresión, lo que puede hacer que la piel se vea más apagada y envejecida. Para este tipo de pieles, lo más recomendado serán los aceites, las cremas y los bálsamos faciales hidratantes. Además, si lo deseas, podrás hacer uso de un exfoliaste suave una vez a la semana.
La piel sensible se mostrará más roja, irritada y podrá tener hasta bultos. Además, podrá enrojecerse cuando no se utilizan los productos adecuados. Este tipo de piel será más fina, con los poros más pequeños y suele ser más seca.