A partir de los 40 años la piel empieza a manifestar una serie de cambios que antes eran apenas perceptibles. Los cuidados diarios deben cambiar si quieres que la piel del rostro permanezca luminosa y firme por más tiempo. Además, es aconsejable recurrir a cuidados expertos que detengan e incluso reviertan el envejecimiento prematuro.
Deshidratación, arrugas, manchas y flacidez son consecuencia de ciertas alteraciones biológicas: rompen las fibras de la piel y eso trae como consecuencia la reducción de la síntesis de colágeno y elastina, provocando arrugas y descolgamiento, además disminuyen las glándulas sebáceas y como consecuencia aumenta la deshidratación y falta de luminosidad.
Además de las causas internas que provocan el envejecimiento, factores externos como las radiaciones UV, la contaminación, una alimentación con deficiencia de ciertos nutrientes y haber llevado una rutina de belleza poco adecuada, también influyen en el estado de la piel.
Pero a los 40 no todo está perdido, aún es posible reconducir algunas malas prácticas que llevan contigo toda la vida, además puedes aliarte la cosmética apostando por cremas ricas en ciertos nutrientes y recurrir a algunos tratamientos de cabina.
Hay tres básicos de la rutina de belleza que no deben fallar y si hasta ahora no lo has hecho demasiado bien, es el momento de cambiar de hábitos y empezar a limpiar, hidratar y proteger la piel cada día.
La limpieza de la piel es imprescindible tanto por la noche como cada mañana. De noche te ayudará no solo a deshacerte del maquillaje, si es que lo usas, también de todas las impurezas provocadas por la polución. Es una rutina imprescindible para que los tratamientos de noche hagan efecto.
Es importante que, además de la limpieza diaria, una vez a la semana realices un peeling facial que ayude a retirar las células muertas de la piel para devolverle la luminosidad al rostro.
La hidratación es el segundo paso necesario, tengas la edad que tengas, pero especialmente a partir de los 40. La falta de agua es una de las causas que provocan la aparición de arrugas y líneas de expresión. Busca cremas con ingredientes humectantes como el ácido hialurónico y vitaminas B3, B5, C y E. Es recomendable apuntarse, al menos una vez a la semana, a las mascarillas faciales que proporcionan un chute de hidratación.
El tercer paso es la protección contra los rayos UV, uno de los factores que contribuye al envejecimiento prematuro de la piel. Puedes optar por las clásicas o por las cremas de protección con color que tienen además la función de base de maquillaje.
A esta rutina básica puedes sumar añadir cosméticos específicos que te ayuden a nutrir la piel, deshacerte de las manchas y aportar luminosidad aL rostro. Un sérum rico en antioxidantes como el ácido ferúlico y el resveratrol antes de aplicar la hidratante. Además, debes apostar por ingredientes como el retinol, que es un regenerador celular que ayuda a la síntesis de colágeno aportando luminosidad y reduciendo el aspecto de las manchas y arrugas, y la vitamina A, que aumenta la renovación celular y protege de las radiaciones ultravioleta
Con el boom de los gadgets de belleza, cada vez es más habitual contar con un masajeador facial, ya sea un rodillo o una gua sha, en casa que haga más divertida y placentera la rutina beauty. No son un juguete, sino que verdaderamente se trata de auténticas joyas para la piel porque ayudan a drenar líquidos, estimular la circulación sanguínea y promover la producción de colágeno. Dedícale cinco minutos todos los días y notarás cómo mejora la firmeza, la luminosidad y en general la apariencia de la piel del rostro.
Además de todo lo que puedes hacer en casa, ponerse en manos de profesionales de la estética es un pequeño lujo que ayuda a cambiar el aspecto de la piel.
Algunas opciones son el peeling químico, un tratamiento con luz pulsada (IPL) o una sesión de microdermoabrasión, que mejoran el tono y devuelven la luminosidad al rostro; una sesión de mesoterapia -microinyecciones de vitaminas- que aumenta el grosor de la piel, activa la circulación sanguínea y aporta brillo y luminosidad; la radiofrecuencia, que estimula la producción de colágeno y combate los signos de envejecimiento.