Cuando se nos rompe un plato o un vaso, lo primero que pensamos es en deshacernos de él. Pero, cuando se nos cae de las manos algún objeto de cerámica, al que tenemos especial cariño, nos planteamos si hay posibilidad de repararlo, debido a aquello que nos une a él. Y es que es cierto que muchos objetos llevan una carga emocional por nuestra parte, lo que nos hace complicado decirles ‘adiós’ así como así. Por eso, lo mejor será que comiences a amar esas imperfecciones y que valores la belleza de las cicatrices. Esta es la base del Kintsugi, un arte japonés que se ha convertido en una nueva filosofía de vida.
Cuando nos enfrentamos a un problema en la vida siempre podemos hacerle frente o rendirnos. Las dos opciones están ahí, aunque siempre será recomendable buscar una solución. Esto es lo que creía el japonés Ashikaga Yoshimasa, precursor del Kintsugi. Por eso, cuando una taza de su juego de té favorito se rompió decidió no tirarla a la basura. Todo lo contrario, hizo todo lo que estaba en su mano para 'salvarla'. Desde enviarla a China, donde no obtuvo el resultado esperado, hasta probar con los artesanos de su país, Japón, quienes aplicaron una masilla entre los restos de su taza, la pegaron y, luego, espolvorearon barniz de oro. Así, volvió a conseguir su forma original.
Con este proceso, los artesanos no pretendieron ocultar esas imperfecciones ni el paso del tiempo por el objeto, sino que prefirieron potenciarlas con un color dorado. De esta acción surgió una corriente filosófica, que está basada en este método artesanal de reparación de cerámica. Por eso, se realiza un paralelismo entre aquellas cicatrices que le quedaban a los objetos arreglados y las ‘heridas’ que podemos tener a lo largo de nuestra vida.
Pero, ¿se puede realizar el Kintugi en casa? Sí, aunque necesitarás los productos adecuados. Lo primero que tendrás que hacer será buscar esa taza u objeto de cerámica que tengas guardado con alguna esperanza de que alguien te lo arreglara. Eso sí, será muy importante que aún guardes todas sus piezas, ya que, en el caso contrario, no se podrán unir bien unas con otras.
Lo primeo será que utilices laca Urushi de origen japonés, una laca hecha de resina del árbol Urushi, que solamente se encuentra en Asia. Después hay que rociar con polvo de oro, plata o platino, usando un pincel de kebo o makizutsu. Esta resina también será usada para trabajos de lacado en madera y, por eso, esta técnica también podrá usarse con este otro material.
Eso sí, si no te ves capaz de encontrar todos esos productos, podrás optar por un ‘plan B’ y hacer uso de aquellos que puedes encontrar en cualquier tienda fácilmente. Como ya hemos comentado, será importantísimo reunir todos los trozos que se hayan roto de tu objeto de cerámica. Después, habrá que limpiar las piezas del objeto y reunir las herramientas que necesitarás. Además, será muy importante el uso de guantes, tanto para el manejo de la pieza como para la propia protección.
Lo primero de todo será ensamblar todo el rompecabezas para ubicar las piezas. Luego, habrá que preparar y aplicar el aglutinamiento para ir uniéndolas. En el caso de que haya alguna que no se encuentre, siempre se podrá usar una pasta para reconstruirla. El siguiente paso será eliminar el material sobrante con una herramienta, para luego limpiarlo bien usando una esencia de trementina. Habrá que sujetar bien las piezas en su lugar con una cinta adhesiva y, aún así, dejarlo respirar para que se seque y endurezca.
La forma más tradicional sugiere que se utilice una caja cerrada con una toalla y una rejilla para colocar dentro la pieza. El tiempo aproximado de secado puede ser unos siete o catorce días. Además, en cada paso que des, deberás limpiar bien todos los instrumentos con trementina o aceite vegetal, así como guardar cuidadosamente todo lo necesario para la siguiente ocasión. Una vez que esté la pieza seca, habrá que lijar la superficie. Luego, aplicar una capa de laca negra y otra roja, que solamente habrá que dejar secar media hora.
El último paso será el de revelar. Para ello, habrá que colocar polvo de oro con un pincel y espolvorearlo, suavemente, sobre la laca roja, que todavía estará sin secar. Tendrá que endurecer durante dos o tres días. Una vez que la laca se haya secado, habrá que pasar una bola de algodón de seda para eliminar el exceso de polvo y revelar, así, las cicatrices de oro. Finalmnte, habrá que añadir una capa de protección y dejarlo secar durante unas horas. Y, ¡et voilà!