La boda de cualquier miembro de la familia real de cualquier monarquía europea siempre es sinónimo de tradición. Es por eso que durante el enlace se deben seguir una serie de indicaciones que vienen marcadas por la historia. Puede ser que la boda de la reina Victoria de Inglaterra, que se celebró hace más de 200 años, englobe toda aquella parte más tradicional y moderna de las altas esferas londinenses.
La mujer, reina de Inglaterra, se casó con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha en la capilla real del Palacio de St. James en Londres. Lo cierto es que la relación entre ambos, aunque nadie niega que no hubiera amor, nació de una estrategia política clara. Juntos estuvieron veinte años, hasta el fallecimiento de Alberto.
La reina describió el día de su enlace como “el más feliz de su vida”. Para ese momento tan especial, Victoria decidió elegir un vestido que rompía con todos los moldes. Hasta la fecha, los vestidos de novias habían sido siempre en tonos claros como rosa o azul, pero ella decidió lucir un diseño en blanco. De esta manera, sirvió de inspiración para una infinidad de novias que vendrían detrás. Hasta a Lady Di, quien se inspiró en ella para las mangas de su vestido.
El diseño elegido por la reina lo firmaba William Dyce, directora de la Escuela de Diseño del Gobierno y confeccionado por Mary Bettans. También, la reina decidió romper con lo establecido, eligiendo un material distinto a los que estábamos acostumbrados para las clases más ricas. Así, se decantó por un encaje de Honiton, del condado de Devon. También, utilizaron seda que provenía de una localidad cerca de Londres.
Además, estaba diseñado con un corpiño ajustado y una falda con mucho volumen. Con el paso del tiempo, a este tipo de vestidos se les denominó ‘vestidos victorianos’, en honor a la reina. También, tenía unos preciosos bordados de flores de azahar y una cola de unos 5,5 metros de largo. Para el calzado, la reina de Inglaterra se decantó por unas zapatillas de seda y un gran velo.
Aunque eso sí, probablemente el complemento que más llamó la atención fue la corona floral. Esta estaba hecha con flores de azahar y mirto. Además, esta última flor se convirtió en toda una seña de identidad para las novias de la casa real inglesa, quienes la han llevado de una forma u otra -como Kate Middleton o Eugenia de York-. Eso sí, no vale coger cualquier rama, sino que hay recogerla del arbusto que plantó el propio príncipe Alberto en el Castillo de Osborne.
Todo esto ha hecho que el vestido de Victoria haya pasado a la historia. Es por eso que, actualmente, se puede visitar en el Museo Victoria & Alberto de Londres, donde está expuesto.