En solo diez días, Tamara Falcó e Íñigo Onieva se estarán dando el 'sí, quiero' tras casi tres años de relación, una ruptura que ya es historia de la crónica social de nuestro país y una posterior reconciliación con la que retomaron sus planes de boda. La marquesa de Griñón ha vivido estas últimas semanas de preparativos con verdadero agobio, según lo expresado por su entorno más próximo, donde ha habido preocupación por su ritmo frenético y la presión mediática a la que es sometida. Y lo cierto es que, en medio de este torbellino, la hija de Isabel Preysler ha tenido que hacer frente a algunos problemas, de los que ha hablado ahora.
El Rincón albergará la que es, sin duda, la boda de la temporada. Se trata del palacio que el padre de Tamara, Carlos Falcó, marqués de Griñón, legó a su hija. En él se reunirán unos doscientos invitados, tras tener que recortar mucho la lista inicial, como confirmaban los novios. Entre las ausencias más destacadas, la de su hermano Enrique Iglesias o la de Ana y Sara, hermanas de Fernando Verdasco, cuñado de Tamara y marido de su hermana de Ana Boyer. El vestido, que firma finalmente Carolina Herrera, es una de las muchas incógnitas de cara al gran día.
En una entrevista para la revista ¡Hola!, la socialité ha hablado largo y tendido de esta intensa recta final, que asegura está intentado disfrutar mientras ultima detalles. "Lo importante de esta celebración es el sacramento. Así que, cuando pierdo un poco el norte, me acuerdo de qué es lo que realmente importa", ha explicado Falcó, que ha pasado los últimos catorce días en una clínica, junto a su madre, para "resetear cuerpo, mente y espíritu", en sus propias palabras, y llegar "descansada y fresca" a la boda.
Porque lo cierto es que Tamara e Íñigo han tenido que hacer frente a algunos imprevistos durante los preparativos. Como ella misma ha explicado en conversación con el citado medio, El Rincón, situado en el municipio madrileño de Aldea del Fresno y situado a unos sesenta kilómetros de distancia de la capital, no estaba acondicionado para la ocasión.
"El espacio es maravilloso y muy especial para mí, pero, al final, hace mucho tiempo que no se celebran bodas allí", ha explicado la novia. Esta circunstancia, unida al hecho de querer hacer de su enlace con Onieva uno verdaderamente especial y distinto a los que ha habido, ha requerido de una verdadera intervención.
En la finca, de ciento veintitrés hectáreas, ha habido que desbrozar vegetación, podar árboles y, como asegura Tamara, hasta plantar césped para la ocasión. Todo partiendo de la base de que el cien por cien de la celebración se realizará en el exterior. En el aire, la posibilidad de que el tiempo no sea el esperado y pueda llover.
Falcó ha explicado a ¡Hola! que, junto a su equipo de producción de eventos, han diseñado un plan B por si acaso. "Aunque discutimos mucho al respecto, porque yo quería que fuese al aire libre todo, ahora me alegro mucho de haberme rodeado de tan buenos profesionales y de haberles hecho caso", se ha sincerado.