Por mucha información que se hubiese difundido en los meses previos, eran numerosas las incógnitas que todavía sobrevolaban sobre la boda de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. La más destacada de todas ellas, la que lleva centrando conversaciones desde que se supo que la marquesa de Griñón había retomado sus planes nupciales con Onieva tras su reconciliación, es la del vestido. Una trama propia que finalmente se ha desvelado en la mañana del lunes con la publicación de la exclusiva que los novios han concedido a la revista ¡Hola!, en la que Tamara muestra y explica todos los detalles sobre los diseños de Carolina Herrera que se han realizado a contrarreloj.
El primer vestido es, como se ha podido ver en el mencionado reportaje, una opción con silueta abrigo, que destaca por los bordados y la pedrería de cristal de la parte delantera, inspirados en el escudo del marquesado de Griñón. En tono marfil, con mangas largas, cola en cascada, y velo que la protagonista del día lució puesto de camino hacia el altar, acompañada por el padrino, su hermano Manolo Falcó, han sido muchas las voces que lo han comparado con el modelo que vistió la reina Letizia en su boda, obra de Pertegaz. Una de las inspiraciones fue la prenda que Grace Kelly utilizó en su boda con Raniero de Mónaco.
Falcó ha revelado, después del enlace, un detalle con respecto a la pieza. La pasada tarde del sábado se alcanzaron temperaturas verdaderamente altas en la comunidad de Madrid, por lo que, en la entrevista posterior al enlace con el citado medio, el clima ha sido una de las cuestiones por las que han preguntado a la novia. Tamara ha confirmado que pasó calor, porque a lo que ya se conoce sobre el vestido hay que sumar otra peculiaridad: este llevaba lana debajo.
"No me hubiese extrañado si me hubiera desmayado", se ha sincerado la aristócrata sobre la sensación que vivió durante la misa, celebrada al aire libre en los jardines de El Rincón. Por suerte, al organizar el evento contaron con dicha posibilidad: "Menos mal que hemos tenido dos máquinas de aire acondicionado enfocándonos", ha reído. Para la cena, Falcó se cambió y se puso su segundo vestido.
La prenda final que hoy hemos conocido mantuvo trabajando "día y noche" durante semanas a diecinueve personas, y requirió que la novia se desplazase en varias ocasiones a Nueva York para las distintas pruebas, produciéndose la última días antes del enlace. El desembarco de Carolina Herrera y de su director creativo, Wes Gordon, en la boda del año, se produjo a finales del mes de mayo.
Todo después de la polémica vivida con la firma Sophie Et Voilà. Esta fue anunciada por Tamara en febrero como la primera opción para diseñar su vestido, ese del que se dijo en un principio que no todo el mundo lo entendería. Pese a que todo parecía ir según lo previsto, a principios mes de mayo el acuerdo entre ambas partes saltó por los aires tras la negativa de la marca vasca a seguir adelante por considerar que las exigencias de la novia podrían suponer "acercarse demasiado a diseños ajenos".
Tamara lo negó. Pero a dos meses del enlace, se había quedado sin ropa, por lo que tuvo que buscar rápidamente un plan B. Lo encontró en Nueva York y Wes Gordon, con quien ya había trabajado anteriormente y quien la había vestido en alguna ocasión.