La boda de Tamara Falco se ha convertido en el gran acontecimiento del año, pero no es la primera vez que uno de los hijos de Isabel Preysler decide pasar por el altar, de hecho, la Marquesa de Griñón era la única que faltaba por hacerlo.
Chábeli se ha casado dos veces, la primera de ellas con el arquitecto Ricardo Bofill, un matrimonio por el que nadie de su entorno apostaba, incluido su padre; se separaron dos años después. En 2001 se casaba con Christian Altaba, su actual pareja.
Ana Boyer se casó con Fernando Verdasco en la isla de Mustike en 2017, un romántico enlace al que solo faltó su hermano Enrique, que tampoco ha estado en este último evento familiar. Precisamente a raíz de esto se ha podido saber que el propio Enrique se ha casado con Anna Kournikova tras, algo que confirmaba su hermano Julio José.
En 2012 se casaba el propio Julio, y lo hacía con la mujer que le había robado el corazón ocho años antes, un auténtico flechazo que unió su vida con la de la modelo Charisse Verhaert. La pareja se separaba en 2021, confirmando que no había terceras personas, pero que el amor que un día se tuvieron se había extinguido.
Que su matrimonio no acabara como habían planeado no hace que su boda fuera menos romántica y especial para ambos. La pareja sellaba su amor en El Rincón y lo hacía completamente convencidos de que lo suyo era para toda la vida. "Soy la novia más feliz y hoy es el día más bonito de mi vida", declaraba Charisse en la revista ‘¡Hola!’, que se encargó de recoger el evento al detalle.
Esta fue la primera vez que Isabel Preysler ejerció como madrina en la boda de alguno de sus hijos, lo que dotaba este enlace de un valor añadido para la socialité. Un enlace al que no faltó nadie, ni Miguel Boyer, en una de sus escasas apariciones públicas tras su ictus, ni Julio Iglesias, que acudió sin su mujer, Miranda Rijnsburger, y sus hijos pequeños.
Isabel fue la madrina, llevando a su hijo al altar, y la novia llegada del brazo de su hermano, Christopher Verhaert, que hizo las veces de padrino. A su lado también estuvo Tamara Falcó, convertida en una elegante dama de honor gracias a la estupenda relación que tenía con la novia. Ella era la encargada de que todo saliera perfecto y el vestido siempre estuviera en su sitio.
Un vestido de líneas muy románticas y que le encajaba a la novia como un guante. Se atrevió con un diseño de Manuel Mota para Pronovias, de corte evasé y falta de talle imperio. Realizado en chantilly y con escote en V, los bordados destacaban gracias a las transparencias de las mangas y otros detalles del cuerpo del vestido.
A lo largo de la fiesta, Charisse se cambió a un segundo vestido, uno con la espalda descubierta y láminas de nácar cubriendo su cuerpo. Para su boda, la modelo escogió llevar el cabello suelto, con un velo de encaje bordado para la ceremonia y sin él para la celebración, así como un maquillaje natural que resaltaba su belleza.