La fama de Emilio Aragón nunca ha llegado a salpicar a su familia, pues para él siempre ha sido de vital importancia que ellos pudieran disfrutar de su vida al margen del interés que su figura despertaba entre el público, incluso en los momentos en los que su fama era máxima, como el tiempo en el que protagonizó la serie Médico de familia.
Esto no quiere decir que la situación nunca llegara a afectarles, de hecho, durante la grabación de la serie, llegaron a mudarse a Boston, lo que hizo que el interés de la prensa fuera mayor, rodeando a la familia de rumores que apuntaban a que no pasaban por su mejor momento.
Sin embargo, el matrimonio formado por Emilio y Aruca Fernández-Vega ha sido capaz de soportar todo lo que la vida les ha puesto por delante, apoyándose en lo bueno y en lo malo a lo largo de sus cuarenta años de matrimonio. Esto seguramente se deba en gran parte al amor que sienten el uno por el otro y por la familia que han construido, pero también a la forma de ser de ambos, personalidades que se complementan y que parecen remar en la misma dirección, a pesar de lo poco que se sabe de la siempre discreta Aruca.
Emilio y Aruca se conocieron siendo adolescentes, cuando él tenía 17 años y ella uno menos. Se podría decir que el circo les unió, pero en realidad fue el tiempo y la oportunidad de conocerse. Los Aragón siempre se habían dedicado al mundo del espectáculo y los jóvenes se encontraron cuando el abuelo de Aruca, Manuel Feijoó, dueño del Circo Price y del Circo Americano, contrató a la familia Aragón. No obstante, fue el matrimonio de Rita Irasema, hermana de Emilio, con el tío de Aurca lo que les unió definitivamente.
A lo largo de su relación, Aruca siempre ha querido mantener su vida familiar lo más privada posible, incluso tras el nacimiento de sus hijos. De hecho, solo ha concedido una entrevista a lo largo de su vida, para la revista Vanity Fair en 2019. En ella reveló lo que más le llamó la atención de quien hoy es su marido: “era muy divertido. Estaba todo el día haciendo el ganso. Iba conduciendo por la Castellana, se bajaba y se ponía a bailar con la música a todo volumen. Yo pensaba: ‘Este está como un grillo’”.
También contó como el día de su boda les pilló la gota fría, lo que supuso un gran disgusto para ella, porque toda la zona de celebración se convirtió en un barrizal, algo que seguramente espera que no le suceda a su hijo, Nacho, quien se casa el 7 de septiembre con su novia, Bea Gimeno. En este familiar enlace, que la pareja ha organizado en Mallorca, Aruca tendrá un papel protagonista, aunque no demasiado, pues ejercerá de madrina, como marca la tradición.