Luis Miguel Dominguín y Lucía Bosé tuvieron que casarse dos veces. Muchas parejas celebran dos enlaces por su propio deseo, pero en el caso de la actriz italiana y el torero se trató de una obligación dictada por el mismísimo Franco. La fama de ambos era tan grande que su boda (en este caso bodas) no pasaba desapercibida para nadie. La actriz italiana y el torero formaron una de las parejas más fascinantes y llamativas de la época, haciendo historia hasta en la forma de casarse.
Lucía Bosé llegó a España tras haberse hecho famosa en su país entre otras cosas, por haber ganado el título de Miss Italia a los 16 años. El motivo que la trajo a nuestro país fue el rodaje de la película Muerte de un ciclista, del director Juan Antonio Bardem. Aquí conoció al que se hacía llamar así mismo el número 1 del toreo en España, Luis Miguel Dominguín, y que entre ellos saltara la chispa del amor era algo así como una fantasía hecha realidad para la sociedad del momento.
Se conocieron en una fiesta organizada por la embajada de Cuba en diciembre del 54 y lo suyo fue un amor a primera vista. De hecho, Dominguín le pidió matrimonio esa misma noche antes incluso de darse el primer beso. Esta pasión que surgió nada más verse les llevó a casarse solo tres meses después.
Lucía y Dominguín tenían claro que querían casarse. La vida amorosa de ambos era de lo más agitada en ese momento, pero algo le empujó a transformar su encuentro casual en un matrimonio y en un proyecto de vida común. Eso sí, la actriz no quería una boda multitudinaria y, dada la fama del torero, temía que a la suya tuviera que asistir todo el mundo. Así que convenció a Dominguín para ir a Las Vegas y casarse allí, con un tipo de boda que parece estar reservada para artistas y espíritus libres, como lo era ella.
Lucía Bosé consiguió salirse con la suya, pero solo en parte, porque al volver a España la noticia de que se había casado en Las Vegas cayó como un jarro de agua fría. Para empezar, aquella no se consideraba una boda legal en nuestro país y, aunque lo hubiera sido, un matrimonio civil no era lo que convenía al torero que mantenía una amistad con Franco y que se relacionaba con lo mejor de la sociedad.
Así que se organizó una segunda boda y el enclave fue la finca Villa de la Paz, propiedad del torero, que se encontraba en el pueblo de Saelices, en la provincia de Cuenca. La boda fue oficiada por el cura del pueblo y puso fin a cualquier atisbo de habladuría o mala fama que pudiera haber suscitado la primera boda.