Cuando se celebró la boda de Pepa Flores y Antonio Gades, la que fuera la niña prodigio del cine español se despedía definitivamente de aquella Marisol que formó parte de los hogares españoles durante años y años. Ella venía de un matrimonio fracasado con Carlos Goyanes, y él había estado casado con Marujita Díaz. Cuando se conocen y se enamoran, el divorcio no es legal en nuestro país, así que celebran su boda en Cuba, aunque no sea reconocida en nuestro país, y cuentan con el mismísimo Fidel Castro como padrino.
Se podría decir que Pepa Flores ha tenido tres grandes amores a lo largo de su vida. El primero fue Carlos Goyanes, casi un hermano para ella, ya que era hijo de Manuel J. Goyanes, su descubridor y con cuya familia había vivido desde que comenzó a trabajar con 11 años. Se casó con él a los 22 y, sin que resultara sorprendente para nadie, el matrimonio fue más bien breve.
Hace algo más de un año fallecía Massimo Stecchini, la última pareja de Pepa Flores, con quien la artista había podido vivir por fin alejada de los focos y la prensa en Málaga durante 35 años. Pero entre ambas relaciones, se encuentra la que muchos consideran la gran historia de amor de Marisol junto al bailarín Antonio Gades. Se conocieron en la pizzería madrileña de la que él era propietario en 1973, y juntos tuvieron tres hijas y una boda que supuso casi una conmoción en nuestro país.
Marisol se enamoró sin remedio de Antonio y no tardó en seguirle a todas partes, menos cuando el bailarín decidía que lo conveniente era que se quedara en casa, en lugar de acompañarle de gira. Ella se adaptó a todo, incluso a sus ideas políticas, causando un verdadero estupor en la España del momento. Antonio era comunista y, por lo tanto, Marisol declaró públicamente que ella también lo era. Con su boda y su cambio de imagen, que dejaba a atrás el ideal del régimen franquista, Marisol se convertía por fin en Pepa Flores. Aprovechando que Antonio estaba de gira en Cuba y que ella le acompañaba, decidieron improvisar allí su boda.
En 1982, y ya habiendo sido padres de tres hijas (María, Tamara y Celia), la pareja llega hasta Cuba para finalizar la gira internacional de la compañía de Antonio. La bailarina Alicia Alonso fue la madrina y el padrino, nada mas y nada menos que el mismísimo Fidel Castro. Los novios ya habían mostrado su simpatía por el régimen castrista, y la celebración de su boda supuso una gran fiesta en la que, según recuerda Alicia Alonso, hubo bailes, ron y hasta vino español que Felipe González le había regalado a Castro. Los celos y las infidelidades del bailarín pusieron fin al matrimonio en 1986.