No hay secreto mejor guardado de una boda que el vestido de novia, pero para que esté perfecto para el gran día, hay que probarlo en el momento adecuado y con todo lo necesario. Evidentemente, el primer paso es elegir el vestido con el que sueñas, y para eso necesitas tiempo. Una vez que lo tengas, deberás volver probarlo un mes antes de la boda, y para eso tendrás que ir bien preparada. Te contamos todo lo que necesitas saber para que la elección y la prueba de tu vestido de novia sea un éxito, y puedas dejar a todos impresionados el día de tu boda.
Cumplir con un calendario bien planificado es fundamental para que todo esté listo el día señalado, incluyendo el vestido. Lo ideal es que hayas decidido cuál vas a llevar seis meses antes de la boda, como mínimo. Piensa que si te lo hacen a medida o es necesario realizar muchos ajustes se van a necesitar unos cinco meses. Cuando falte un mes para la boda debes ir a hacer la última prueba, y ahí se verá si aún es necesario hacer algún arreglo más.
Decidir con qué vestido de novia te quedas puede resultar estresante, ya que es una decisión muy importante. Tanto para probarte vestidos, como para revisar los arreglos que le hacen al elegido, siempre es bueno ir acompañada. Eso sí, como mucho de dos personas y que sean de tu máxima confianza. Tu madre, hermanas o amigas muy (muy) íntimas son seguramente las más indicadas, ya que te conocen a ti y a tus gustos a la perfección. Sabrán ponerse en tu lugar y te aconsejarán sin intentar imponer su criterio.
Si quieres saber de verdad cómo te va a quedar el vestido, la hora a la que te lo pruebes es muy importante. El cuerpo cambia a lo largo del día, y mientras que por las mañanas nos sentimos más ligeras, es habitual que a última hora de la tarde nos veamos más hinchadas. Por eso no debes ir por la mañana a probarte el vestido si la boda es por la tarde, ni al revés. Lo ideal es que adaptes esa cita al momento del día en que te casas.
Es tu boda y es tu vestido, y posiblemente cuando te lo pruebes te surjan dudas acerca de algunos detalles sobre su acabado o sobre cómo llevarlo de la mejor manera. No te quedes sin preguntar nada, porque habrá cosas que puedan resolverse una vez expuestas y, si no es así, debes tener el tiempo suficiente para elegir otro vestido.
Cuando vayas a la prueba definitiva, un mes antes de la boda, lleva contigo los zapatos que hayas elegido para el vestido y un peinado lo más parecido posible al que piensas llevar en tu gran día. Solo así podrás hacerte una idea lo más aproximada posible de cómo te va a quedar el conjunto final.
Aunque no sea visible, la ropa interior que lleves va a ser clave para que el vestido te quede de una manera o de otra. Piensa en el diseño del vestido cuando la elijas y llévala a la prueba de vestuario para asegurarte de que no se marca ni transparenta, y que ayuda que que el vestido te siente como un guante.
Hazte las fotos de recuerdo que quieras, pero asegúrate de no compartir ninguna. Por un lado, ya hemos dicho que el vestido es el secreto mejor guardado de una boda, y por otro, mandarle fotos de las pruebas a más personas que las que te han asesorado solo servirá para confundirte. Confía en tu instinto y en los buenos consejos, y reserva el vestido para el gran día.