Tamara Gorro y Ezequiel Garay han demostrado que no hay persona ni circunstancia que pueda derribar el vínculo tan fuerte que han construido. La pareja inicio su relación hace más de una década. Él jugaba en las filas de uno de los mejores equipos de fútbol del mundo, mientras que ella triunfaba como colaboradora del programa de citas más famoso de la televisión. Fue ahí, en este punto vital, cuando el futbolista se fijó en la modelo e hizo todo lo que estaba en su mano para conseguir su contacto. Con este valiente paso se inició una auténtica historia de amor que acabaría, tan solo dos años después, en una mediática boda celebrada en Alcalá de Henares.
Pasan los años y la pareja, que no siempre lo ha tenido fácil, sigue igual de enamorada. Ambos han logrado formar uno de los matrimonios más consolidados de la crónica social, con dos hijos –Sheila y Antonio- que están creciendo felices de su mano. Este 24 de junio se cumplían nueve años desde que aquel ‘sí, quiero’ que les unió delante de sus seres más queridos. Y Tamara, aprovechando que estaba de vacaciones con familiares y amigos por las Baleares, ha aprovechado este aniversario para organizar un enlace sorpresa -con la inestimable ayuda de los más pequeños de la casa- que ha emocionado al deportista.
“Hemos vivido una sorpresa un poco bonita que he hecho a mi chico […] ahora vamos a disfrutar y mañana os lo enseño porque lo he grabado”, mostraba este miércoles a su ‘familia virtual’ parte del espectacular escenario donde se realizó el evento sin anunciar que acababan de oficiar su tercera boda, a la que hemos tenido acceso hoy a través de una cuidado y conmovedor vídeo recopilatorio. “Os puedo asegurar que es una de las celebraciones más bonitas”, adelantaba en el título la socialité, que garantizaba que se lo habían pasado “increíble” en esta forma “distinta, especial y única” de formalizar (una vez más) su relación.
La influencer, pese a manifestar que no suele celebrar estas fechas tan especiales a lo grande, lo gozó al máximo por la ilusión y la implicación de sus hijos, que llegaron a elaborar hasta dos de los detalles más importantes de la ceremonia: “anillos y ramo hechos por mis niños”. En un entorno natural donde contemplaron un atardecer de película, rodeados de flores, velas, guirnaldas y un cartel que les recordaba que todo es mejor cuando están juntos; la pareja volvía a jurarse amor eterno ante la atenta mirada de su entorno, que festejó con una copa de vino la felicidad de la familia.