Para María García de Jaime una de las piezas fundamentales de su vida ha sido siempre su familia. Este sentimiento de cariño y admiración aumentó cuando comenzó a crear la suya propia junto a su novio, Tomás Páramo. La joven se quedó embarazada poco después de cumplir la veintena y comenzó a compartir su día a día a través de sus redes sociales, que pronto se convirtieron en su forma de trabajo.
Fue a través de su perfil de Instagram donde conocimos que Tomás le había pedido matrimonio en una romántica puesta de sol en Roma. De esta manera, ambos ponían el broche más especial a su relación, dejando constancia de las ganas que tenían de formar un futuro juntos.
La fecha elegida del enlace fue el 13 de septiembre de 2019 y el lugar la Ermita de Nuestra Señora de la Paz, en Madrid. Hasta allí acudieron todos los familiares y amigos influencers de María y Tomás, como Teresa Andrés Gonzalvo, Marta Lozano o María Pombo. También, entre ellos se encontraba su invitado más especial: su hijo Tomy, de tres añitos.
Para su vestido, una de las piezas fundamentales del enlace, la joven se decantó por la diseñadora Flor Fuertes, quien creó un diseño de inspiración clásica. El vestido estaba hecho en un blanco impoluto con escote cuadrado, hombreras y de manga larga, muy al estilo tradicional. Era de inspiración renacentista y destacaba el aplique de seda blanco natural que caía desde el hombro derecho hasta el suelo.
Además, para ese momento tan especial, la joven se decantó por un maxi velo sujeto a los hombros y a su peinado con un tocado de encaje colocado a la altura de la coronilla. También, María eligió unas sandalias altas con plataforma en unos tonos tierra. Respecto a los complementos, la madrileña optó por la sencillez y solamente lució unos pendientes con brillantes. Par el ramo eligió uno en tonos verdes, rojos y granates.
El novio se decantó por un traje hecho a medida de Scalpers en azul marino, con una corbata en un azul más claro y un chaleco color crema. Después de darse el ‘sí, quiero’, todos se dirigieron hasta el Soto de Mónico a las afueras de Madrid, donde siguieron celebrando su amor.