Meghan Markle llegó a Inglaterra pisando fuerte. Su presencia en la casa real británica fue un soplo de aire fresco para los Mounbatten y, de esta manera, Harry dejaba atrás todas las polémicas sobre su soltería. La pareja se conoció después de una cita a ciegas que les preparó una amiga en común y, aunque en un primer momento, no hubo demasiado feeling entre ellos, pero pronto saltaron las chispas.
Harry y Meghan se comprometieron en noviembre de 2017 y, ya en esas primeras imágenes, se les podía ver la ilusión por la nueva vida que iban a comenzar en común. El 19 de mayo de 2018 fue la fecha elegida para la celebración del enlace y uno de los secretos mejores guardados fue la elección del vestido de novia.
El vestido de novia de Meghan Markle, diseñado por Clare Waight Keller, de la casa Givenchy, se convirtió en uno de los vestidos más esperados y mejor valorados de la última época. Clare es la primera directora artística de Givenchy y se propuso crear una pieza “atemporal que enfatizara los códigos icónicos de la marca a lo largo de su historia, transmitiendo cierta modernidad a través de líneas más elegantes y cortes nítidos”.
El vestido estaba elaborado en cadi de seda, con un tejido que aportaba más cuerpo y rigidez. Además, también contaba con un cuerpo ceñido y un escote en barco, dibujando, ligeramente, sus hombros.
Respecto al velo, este recordaba mucho al que ya había lucido Diana de Gales. Medía cinco metros de largo y estaba confeccionado con tul de seda con unos bordados florales. De esta forma, Markle quería hacer referencia a los 53 países que forman parte de la Commonwealth y, para ello, investigó, junto a la diseñadora, la flora de cada uno de los territorios.
Otra de las partes más importantes en una boda de la realeza británica es la tiara. Todo apuntaba a que Meghan llevara la tiara Spencer, que lució Diana de Gales, pero no fue así. La duquesa de Sussex eligió un modelo bandeau con motivos geométricos en vez de los tradicionales florales.
Para los zapatos, la duquesa de Sussex se decantó por unos stilettos de seda satinada, también de Givenchy. Y, por último, el ramo fue elaborado con flores de primavera e incluyó una de las favoritas de Lady Di, Nomeolvides. También, la creadora, Philippa Craddock añadió lirios del valle, astilbe, jazmín, astrantia y guisante perfumado.