Hay lugares especiales, que roban un trocito del corazón a quienes los habitan, y eso es precisamente lo que sucedió con Balmoral y la reina Isabel II. Aquí fue donde la monarca escogió pasar los últimos momentos de su vida, quedando para siempre unida a este castillo escocés.
Ha formado parte de algunos de los momentos más importantes de la familia real británica, aquí era donde se encontraban cuando supieron que Diana de Gales había muerto en un accidente de tráfico.
Balmoral se convertía en su refugio cada verano, también fue el lugar en el que pasó el tiempo de obligatorio confinamiento en 2020, acompañada por su marido, el duque de Edimburgo, pero ¿qué tiene esta propiedad para enamorar de este modo a la monarca?
Balmoral llegó a manos de la familia real en 1852, cuando tras alquilarlo durante un tiempo, la reina Victoria y su marido Albert lo compraron por unas 30.000 libras. Adquirieron los terrenos y el castillo original, que era demasiado pequeño para la familia, por lo que fue demolido tras la construcción del actual. El nuevo castillo es ejemplo de la arquitectura señorial escocesa y de estilo neogótico.
Este espacio, que no se considera residencia oficial, era propiedad de la Reina y no forma parte del patrimonio de la Corona. Cada año, la pequeña Isabel esperaba viajar a Balmoral para poder pasar tiempo junto a sus abuelos y una vez que se hizo mayor, siguió con la tradición de reunir aquí a la familia.
El castillo es un espacio familiar, pero también ha sido escenario de recepciones oficiales, audiencias con primeros ministros y otras personalidades, concretamente su majestuoso salón. El interior ha ido adaptándose a las necesidades familiares, pero también a los tiempos, eso sí, conservando gran parte de la decoración y el espíritu original.
La casa cuenta, además de con este famoso salón, con un estudio desde el que la monarca trabajaba cuando se encontraba en el castillo. Tiene también un gran salón de baile, porque también ha sido diseñada para disfrutar de los momentos de ocio, Victoria y Albert organizaban fiestas de verano para su personal.
Además de por sus interiores, lo que siempre se destaca de este lugar es el enclave único en el que está situado, así como la naturaleza que lo rodea. Gran parte del terreno está cubierto por un bosque, pero también hay otra parte que se dedica al cultivo y a la cría de animales.
Los más curiosos están de enhorabuena, porque es posible visitar Balmoral, aunque la visita se centra en los exteriores y apenas algo del interior. Las visitas solo están disponibles en fechas concretas, por ejemplo, desde el 31 de julio hasta el mes de septiembre, fechas en las que la monarca solía pasar su verano allí, estas se interrumpían, pero durante la primavera y el verano sí que era posible visitar este rincón, convertido en refugio de la Reina.