Diana de Gales perdía la vida en un accidente de tráfico que tenía lugar bajo el Puente del Alma en París. El coche en el que circulaba perdía el control a causa de la velocidad, mientras intentaban escabullirse de la prensa, que la perseguía en otros vehículos. Era el 31 de agosto de 1997. Este suceso conmocionó al mundo y también rompió el corazón de todo aquel que había llegado a admirarla.
Nadie quiso perderse el último adiós a Lady Di y por eso la gente salió a la calle para acompañar a su familia en un momento tan delicado. Sobre todo a sus hijos, apenas unos niños, que demostraron una gran entereza caminando tras el ataúd de su madre, una imagen que quedó grabada en la retina de muchos.
Tras la muerte de Diana, los alrededores de los palacios de Buckingham y Kensington se llenaron de ramos de flores en su memoria, de recuerdos y muestras de cariño por parte de la gente. Su muerte llegaba de manera repentina y provocaba un mar de dudas, porque no se tenía claro si correspondía hacer un funeral de Estado o no, nunca antes se había dado la circunstancia del fallecimiento de una princesa divorciada y madre del heredero a la corona.
El cuerpo fue trasladado desde París hasta Londres y fue velado en la intimidad en la capilla real del Palacio de Saint James por familiares de Diana y por miembros de la familia real. Un día antes del funeral, el ataúd fue trasladado al palacio de Kensington, donde fue velado toda la noche.
El féretro fue trasladado en procesión desde el Palacio hasta la Abadía de Westminster, siempre cerrado y cubierto por la bandera real; sobre él tres ramos, uno de su madre, otro de sus hermanos y el tercero de sus hijos. Tras él caminaron el duque de Edimburgo, el entonces príncipe Carlos y hoy rey Carlos III, su hermano Charles Spencer y sus hijos, pero no estuvieron solos, más de dos millones y medio de personas les acompañaron. Tanto es así que tuvieron que ampliar el recorrido del cortejo.
Finalmente, no fue un funeral de Estado, pero eso no impidió que notables rostros conocidos acudieran a darle su último adiós, como Nicole Kidman, Tom Cruise, Donatella Versace, George Michael, Hillary Clinton o Nelson Mandela. Se congregaron en la Abadía unos 2000 invitados presididos por la reina Isabel II. El hermano de Diana dio un discurso en contra de los medios, a quienes se culpó de lo sucedido, y su gran amigo, Elton John, interpretó el tema Candle in the wind.
Tras la ceremonia, sus hijos Guillermo y Harry, que habían estado sentados en primera fila junto a su padre, fueron los primeros en depositar lirios blancos junto al ataúd; en aquel momento tenían 15 y 12 años respectivamente.
El féretro después sería trasladado a Althorp House, mansión donde creció Diana y que ahora pertenece a su hermano. Aunque allí se construyó un mausoleo, que puede ser visitado, pero los restos de la princesa descansan en una pequeña isla dentro del lago Round Oval, donde no está permitido el acceso.