Diana de Gales nunca desaparece de la memoria colectiva, y menos ahora que Netflix estrena la última temporada de The Crown en la que vuelve a tener gran protagonismo. Por desgracia, más allá de la ficción, lo que la realidad nos muestra es que sus hijos no han podido superar a día de hoy la muerte de su madre y viven enfrentados por diferentes motivos. Por ejemplo, el príncipe Guillermo y Enrique se disputan las joyas de Diana de Gales. Se trata de piezas de gran valor, tanto sentimental como económico, que su madre les dejó en herencia junto a una importante suma de dinero.
Hay un hecho objetivo: el príncipe Guillermo es el heredero de la corona británica, lo que le otorga ciertos privilegios frente a su hermano, y más ahora que Enrique ha renunciado a su posición dentro de la monarquía y ha iniciado una nueva vida en Estados Unidos.
Esta desigualdad en derechos dentro de la corona ha favorecido, entre otras cosas, que Guillermo atesore la mayoría de las joyas que dejó Diana para sus hijos. Para ambos hermanos se trata de piezas con un gran valor sentimental, por lo que en un primer momento hicieron un reparto en el que cada uno eligió aquella joya que quería conservar como recuerdo de su madre.
El primer reparto que hicieron tanto Guillermo como Enrique se aseguraron de atesorar una joya de su madre que tuviera valor sentimental para ellos. Guillermo eligió un reloj de Cartier que también había pertenecido a su abuelo, John Spencer, mientras que Enrique se decidió por un anillo de la firma Garrad con un preciosos zafiro de Ceylán y 14 diamantes. El problema con este anillo llegó un tiempo después.
Y es que, seguramente, mientras esas joyas eran custodiadas en la intimidad no había un enfrentamiento visible. El problema, al parecer, llega cuando ambos contraen matrimonio y sus respectivas mujeres, Kate Middleton y Meghan Markle son las encargadas de darle visibilidad y valor público a cada pieza.
Tal y como decimos, ellas son las encargadas de lucir las joyas que Diana de Gales dejó para sus hijos, así que sobre ellas están puestas las miradas para ver y analizar qué llevan, cómo y en qué momento. La princesa de Gales es también la futura reina de Inglaterra, por lo que se asume que va a exhibir más joyas pertenecientes a la corona y con más asiduidad.
El punto de partida de esta evidencia lo marcó el anillo de compromiso que le entregó Guillermo, que no era otro que el mismo que Enrique había decidido conservar como recuerdo. Pero el compromiso de Guillermo y Kate llegaba mucho antes de que Enrique tuviera planes de pasar por el altar, por lo que entregárselo a la prometida del primogénito parecía lo acertado.
Ahora bien, cuando le llegó el momento de pedir matrimonio a Meghan Markle, no hubo un anillo equivalente y la desigualdad entre los hermanos quedó en evidencia. Enrique tuvo que encargar un anillo para su prometida con un diamante escogido por él y que rodeaban otros dos diamantes que habían pertenecido a su madre.
El anillo de compromiso de Meghan Markle sigue siendo un tema de disputa a día de hoy, ya que actualmente lo luce sin los diamantes que pertenecieron a Diana de Gales. Al parecer, mientras que Guillermo demanda saber qué ha pasado con ellos, tanto Enrique como Meghan mantienen silencio al respecto.
Pero no solo importan las joyas, sino también el momento en el que eligen llevarlas, como cuando el día de su boda Meghan Markle exhibió en su mano el anillo de aguamarina de Diana, famoso para la prensa porque fue el que se compró tras firmar el divorcio con el actual rey de Inglaterra.
Sabemos que las joyas de Lady Di tienen un gran valor, lo que podría hacer pensar que es lógico que los hermanos se disputen su custodia. Aunque todo apunta a que el distanciamiento por motivos personales es lo que convierte la herencia de su madre en una causa de enfrentamiento.