La Feria de Abril unió las vidas de Máxima Zorreguieta y Guillermo de Holanda. Se podría decir que para Guillermo fue amor a primera vista, pero para la argentina, quedar prendada del heredero al trono costó un poco más.
El destino les unió y ellos han trabajado desde entonces para formar un sólido matrimonio y educar a sus tres hijas. Máxima se ha convertido en la mejor reina consorte que Guillermo podría tener, una mujer que ha sabido ganarse el respeto de su familia política y el corazón de los ciudadanos de los países bajos, que no solo la aceptaron, también aprendieron a quererla.
No es que su reinado haya sido siempre un camino de rosas, los monarcas han tenido que enfrentarse a momentos complicados, situaciones difíciles y también a meteduras de pata por las que han tenido que pedir disculpas públicamente.
A lo largo de sus diez años de reinado, Máxima ha demostrado estar a la altura, a pesar de sus orígenes plebeyos. De hecho, antes de conocer a Guillermo, seguramente ni siquiera se planteó la posibilidad de que un día llegaría a ser reina.
La vida de Máxima cambió al conocer a Guillermo de Holanda y no solo porque encontrara a su gran amor, también porque tuvo que hacer muchos cambios. Todos estos quedan reflejados en una biografía no autorizada de la Reina, que sirve de base a la miniserie Máxima, que recoge la vida de la monarca.
Es en sus páginas donde se desvelan algunos de los amores más sonados de Máxima, como su relación con Tiziano Iachetti, a quien conoció en la secundaria y con quien rompió cuando su vida profesional le exigía demasiado. Su amistad duró más que su romance, pues Tiziano estuvo presente en su boda con Guillermo.
También habla de la relación que mantuvo con Federico de Alzaga, descendiente de un virrey y con quien debutó en la alta sociedad argentina. Una relación que llegó a su final y tras la que Máxima puso distancia, viajando hasta los Hamptons, lugar clave para joven élite neoyorkina. Allí conocería a Raúl Sánchez Elía, quien se encargaría de presentarle a lo más granado de la sociedad de la zona, desde herederos de fortunas latinas a integrantes de la familia real de Liechtenstein, tal y como recogen en Mujer Hoy.
Tras su paso por los Hamptons, Máxima se instaló en el barrio neoyorquino de Chelsea junto con dos amigas. Fue una de ellas quien le presentó a Orlando Muyshondt. Originario de El Salvador, surfero y de destacada familia, la relación entre ellos no duró demasiado. Al llegar de nuevo el verano tomaron caminos diferentes.
Una nueva decepción amorosa para Máxima, siempre según sus biografías no autorizadas, que dio paso a un nuevo romance, esta vez con un noble británico llamado Christopher. Tras esta relación, su amiga Cynthia Kaufmann lo vio claro y en Sevilla le presentó al que sería -hasta el momento- el hombre de su vida.