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Del espectacular look de la reina Letizia a la gran celebración: así fue la coronación de Naruhito de Japón

La entronización de Naruhito de Japón en 2019 fue una ceremonia que no dejó a nadie indiferente. Un evento que para muchos será siempre recordado por el espectacular look escogido por la reina Letizia, un original vestido de estampado floreado en tonos verdes y rosas firmado por Matilde Cano, que completó con una diadema de terciopelo rosada. 

No obstante, más allá del estilismo de la Reina, la entronización de Naruhito de Japón dejó llamativas imágenes para el recuerdo, fue una ceremonia que reunió a 2000 invitados, entre ellos jefes de Estado y dignatarios de unos 180 países. Marcada por la tradición, fue una gran celebración del ascenso al trono de Naruhito celebrada unos meses después de que este tuviera lugar en mayo, tras la abdicación de su padre, Akihito.

Esa primera ceremonia fue muy sencilla, apenas 40 personas pudieron presenciar cómo Naruhito recibía las insignias del poder imperial ante los miembros del Gobierno, un trámite que duró unos diez minutos. Merecía una celebración mayor y así lo hicieron en octubre. 

La ceremonia de coronación de Naruhito de Japón

El 22 y 23 de octubre tuvieron lugar las celebraciones por el ascenso de Naruhito al trono del Crisantemo. Los festejos comenzaron con una ceremonia en el Palacio Imperial del Tokio, donde se proclamó la entronización. Naruhito, que en aquel momento tenía 59 años, vestía atuendos tradicionales, reservados especialmente para este ritual, su esposa, la emperatriz Masako, estaba vestida según el estilo del Período Heian, del siglo VII, ropajes tradicionales de enorme simbolismo. 

Él se sentó en el ‘Takamikura’, un trono de diseños mitológicos, y ella en ‘Michodai’. Estas piezas fueron llevadas a Tokio desde Kioto, la antigua capital imperial. Estructuras de madera de ciprés lacadas con cortinas de color púrpura que, en el caso del trono del emperador, caen de un techo octogonal y cuenta con varios fénix dorados. El ocupado por Masako era un poco más pequeño. 

En presencia de la familia imperial y en el salón de los Pinos tuvo lugar la ceremonia, acompañada de sonidos de gong y tambores. Después, el primer ministro nipón dio un discurso de felicitaciones, tras lo que los presentes gritaron al unísono “larga vida al emperador”. 

Antes de este ritual, tuvo lugar una primera celebración privada, a puerta cerrada y regida por los ancestrales ritos sintoístas. En ella, Naruhito daba a sus espíritus de sus antepasados imperiales la noticia su entronización y lo hacía vestido con una túnica blanca y un gorro negro coronado por una cresta. 

A pesar de tenerlo todo perfectamente planificado, la ceremonia tuvo que sufrir algunos cambios, pues el país asiático todavía se encontraba recuperándose de los estragos del tifón Hagibis. Por ello cancelaron el recorrido en coche descubierto que planeaban el emperador Naruhito y su mujer, la emperatriz Masako, entre el Palacio Imperial y el Palacio Togu. 

Tras la ceremonia se celebró un almuerzo con todos los invitados y, al día siguiente, continuaron los festejos, los emperadores ofrecieron un té en su residencia oficial a los miembros de la realeza que se habían desplazado para la entronización.

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