Hace tiempo que los reyes de Holanda viven junto a su familia en el Palacio Huis ten Bosch, un lugar que hace años reformaron para modernizarlo y para adaptarlo a sus necesidades. Aunque sus hijas estudien fuera de casa, como sucedió con Alexia quien compartió internado en Gales con la princesa Leonor, o con Ariane, quien también estudia el bachillerato internacional en un internado, pero ella en Italia, este lugar es para ellas un hogar.
La reforma culminó en el año 2019, tras tres años de modificaciones que tuvieron un coste estimado de 63 millones de euros, casi el doble de lo que se había programado en un primer momento. Una vez finalizado lo más importante de las obras (tardarían algunos meses en acabar por completo), la familia real pudo instalarse allí, convirtiendo este histórico palacio en una de las residencias principales de los Reyes, hasta ese momento Guillermo y Máxima de Holanda residieron durante más de 15 años junto a sus hijas en Villa Eikenhorst.
El Palacio Huis ten Bosch fue diseñado y construido entre 1645 y 1648, mantiene parte de la esencia tradicional de la arquitectura neerlandesa, pero tiene un marcado estilo renacentista. Situado en el bosque de Haagse Bos, a lo largo de la historia ha sido residencia para distintos miembros de la familia real, también de la princesa Beatriz, quien residió allí durante varios años hasta 2013.
A pesar de estar situada en una finca de unos 9.000 metros, el palacio tiene una longitud aproximada de 110 metros, un edificio formado por un cuerpo central y dos grandes alas, que mantienen la fachada a pesar de las muchas reformas. Su interior es un verdadero museo de arte con 150 habitaciones, cada una con un estilo y decoración diferentes, que ya forman parte de la historia de la familia real y que ayuda a recorrer su historia.
En este palacio, tradición y modernidad se dan la mano, porque no solo es un lugar en el que se recoge parte de la grandeza de la monarquía, también se adapta a los nuevos tiempos, acogiendo las influencias que llegan desde países extranjeros y sin olvidar que es el hogar de una familia.
Muebles antiguos, elementos decorativos como jarrones, lámparas, escultura y tapices que están cargados de historia y que hacen que cada rincón sea único y especial. La planta baja alberga un hall con una doble escalinata verde y con detalles dorados, que puede apreciarse en recepciones oficiales, también se han podido ver otras estancias muy llamativas, como el salón chino y el salón japonés, así como la sala de los Orange, parte del corazón del palacio, con frescos en las paredes y un impresionante techo abovedado.
Habitaciones acogedoras, donde la chimenea se convierte en el centro de atención, otras impresionantes, con pinturas y detalles históricos que nos recuerdan que se trata de la residencia de los reyes de los Países Bajos, pero también otros rincones más funcionales, como las zonas que dedican al trabajo y donde hay hueco para elementos más modernos y prácticos que pueden encontrarse en cualquier despacho.
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