Violeta Mangriñán vio cumplido uno de sus sueños a principios de año. La exconcursante de 'Supervivientes' se mudaba a Valencia para iniciar una nueva etapa vital junto a Fabio Colloricchio en 'Villa Favioleta', la casa de sus sueños. Tras años viviendo en la capital lejos de su familia, la creadora de contenido volvía a su tierra natal para estar cerca de sus padres, de su hermana y de sus amigos. Una decisión que ahora, tras el nacimiento de su hija Gala, se plantea si fue acertada debido a los constantes viajes que tiene que realizar por motivos de trabajo.
“Amo Valencia, amo vivir aquí y amo mi casita aquí, pero veremos hasta cuando aguanto viviendo en el AVE. En mi cabeza los números quedaron muy bien, pero en semanas como estas, de viajar y sin parar más la regla, mi cabeza se replantea si tomó la decisión correcta al mudarse", ha confesado en una historia de Instagram, adjuntando una fotografía en la que se muestra cabizbaja en el tren. "Estoy sensible hoy, no me tengáis en cuenta nada de lo que diga, pero hoy me siento así y necesitaba compartirlo”, se abría en canal con sus seguidores.
La creadora de contenido reconoce que cuando construyó esta vivienda su situación familiar era diferente: "No tenía una hija, ni tenía pensado ser madre a corto plazo, por lo que el hecho de viajar continuamente no era algo que me preocupase". No obstante, "la película ha cambiado" tras el nacimiento de la pequeña Gala. "Ahora, cada vez que salgo por la puerta -aunque sea por un buen motivo- mi corazón se queda en casa. Por suerte aún no es muy consciente, el día que me diga ‘mamá, no te vayas’ ahí sí que voy a palmar”, no confía en que las cosas vayan a mejor con el tiempo.
De hecho, pocas semanas después de instalarse en la capital del Turia, la influencer recibió una oferta "muy suculenta" por esta vivienda. Una propuesta que llegaba tras reconocer en sus redes sociales que se sentía "insegura" al estar acostumbrada a vivir en un piso y no en un inmueble tan amplio. Una sensación que se potenció cuando pilló a dos desconocidos rondando sus inmediaciones.
Después de valorarlo y consultar con su entorno, Violeta decidió rechazarla y esperar a que el margen de beneficio sea mayor. "La zona donde está mi casa está ahora mismo en crecimiento por lo que dentro de unos años la casa se revalorizará y costará mucho más. Porque me da la gana y punto. En unos años ya veré si vendo o alquilo, ahora mismo lo mejor es esperar", descubría el motivo por el que no vendió finalmente este chalet de más de 500 metros cuadrados.