Lo mejor y lo peor de la nueva casa de los Javis en Pozuelo: de las ventanas inaccesibles a los gestos excesivos

Javier Calvo y Javier Ambrossi forman una de las parejas más queridas y exitosas del panorama nacional. Más allá de su relación sentimental, han forjado un tándem perfecto a nivel profesional y se han consagrado como unos de los creadores más exitosos y reconocidos de nuestro país, y también a nivel internacional.

Además de por sus creaciones como ‘Paquita Salas, ‘Veneno’ o ‘La Mesías’, los Javis vuelven a estar de actualidad aunque, esta vez, por otro motivo: su espectacular nueva casa que han mostrado, en exclusiva, en la revista 'Architectural Digest' (AD). Calvo y Ambrossi, que llevan juntos más de 10 años, se han despedido de su antiguo piso de Malasaña para mudarse a un impresionante chalet en Pozuelo de Alarcón, una de las zonas más exclusivas de Madrid. En Divinity analizamos lo mejor y lo peor de su nueva casa "de revista" con discoteca, piscina, biblioteca gigante y cine.

Lo mejor de la casa (y de ellos):

1. Mola que la gente joven, fresca y talentosa tenga éxito.

2. Mola que con todo lo que honradamente han ganado se compren la casa de sus sueños, ya que los sueños están para cumplirlos.

3. La casa, en términos generales, mola. Y mucho.

Lo peor: detalles que no se pueden pasar por alto

1. El salón conectado con la zona de lectura, conectado con la zona de ver películas, conectado con la zona de comer "para dar más amplitud". Debo decir que no sé exactamente cuál es la urbanización en cuestión pero sí sé que en las casas de la zona precisamente la amplitud no es un 'handicap'. Es decir, puedes zonificar de mil maneras y dotar a cada uno de esos rincones de un toque especial. Es como si fuera a haber eco. Y llamándose los dos igual esto puede llegar a ser un lío.

2. Perros sí. En casa, en el jardín, en la cama, en el sofá... Pero esas tapicerías blancas por todos lados para aportar una luz y una amplitud que ya viene de serie, las van a pasar canutas. Mi recomendación inicial sería que fueran fácilmente desenfundables pero dadas las dimensiones del mobiliario quitar y poner esas telas debería ser considerado deporte olímpico. Igual por eso están tan cachas...

3. Gestos excesivos no siempre justificados. ¿Ese pilar en medio del salón que según ellos pasaron meses puliendo para que se notaran unos pequeñisimos puntitos azules luce el esfuerzo en coste y tiempo de quien lo tuviera que devastar? Debo decir que estas cosas pasan en las obras y no dejan de ser carísimas cabezonerías, cada quien muy libre de depositar los euros donde mejor considere, eso sí.

4. Cuando ya tienes luz a raudales no parecen muy prácticas -ya no digo bonitas- esas inaccesibles ventanas que habrá que limpiar con un elevador de esos que se usan en las ciudades para cambiar la bombillas de las farolas. Y si te haces una estantería parece más cómodo que sea accasible. Aunque se sólo para limpiar el polvo, que parece que van a terner que ir los bomberos...

5. Esconder o disimular la cocina no me parece en sí mala idea, pero ¿tener una segunda cocina, o sea, la de limpiar, no la de enseñar? Sólo de imaginármela escondida, marginada y llena de platos me dan ganas de ir, agarrarme a la pila y decirle: "eres maravillosa y algún día el mundo se dará cuenta".

6. Piscina. Aquí justo el mediático dúo se me ha quedado corto. Yo imaginaba una fantasía de "acuapark" para adultos en patines rodeada de barras de bar hawaianas y cóckteles con sombrilla. No sé si habrá otra piscina oculta que sí los tenga.

7. Discoteca, sala de cine y varios. Estos espacios son un clásico de la primera casa que se compra alguien que de repente se hace rico. Sí se suele usar para algunas fiestas y proyecciones pero a la hora de la verdad nos gusta salir a la calle, que nos vean "la jeta" y cuando estamos en casita arremolinarnos en el sofá y hacernos uno con la manta y el/los perro/s, cerca de la cocina de verdad, con nevera de verdad, despensa de verdad y ganchitos de verdad. Creo que siendo el casplón que es con todas las comodidades que pueda tener, me falta ese toque de verdad.

Porque al final lo que hace bonitas a las casas es que reflejen con honestidad la vida de sus habitantes. Ojalá pronto la hagan suya y sí, pongan un tobogán y chiringuitos tiki en la piscina: ahí mi envidia será legítima.

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