Ventilar la casa será algo indispensable en el día a día. Este será un hábito muy positivo que beneficiará directamente a tu salud. Así, lo mejor será que el aire se renueve cada poco tiempo, eliminando algunas sustancias que son nocivas y que se van acumulando dentro de la vivienda. Eso sí, puede ser que esta costumbre, durante los meses de más frío, se torne complicado. En Divinity te contamos la mejor forma para hacerlo sin perder carlor del hogar.
Un aumento de la humedad podrá provocar que aparezca moho y condensación y favorecerá algunas alergias u otras infecciones en las vías respiratorias. En invierno podremos tener miedo de que al airear se vaya el calor, pero no siempre tiene que ser así.
Lo más recomendable será ventilar tu casa en el día a día y lo mejor es que sea por la mañana. Esto se debe a que es el momento más cálido de la jornada y, por eso, después se sentirá menos frío dentro de la vivienda. Respecto al tiempo, lo ideal es que se ventile durante unos cinco o diez minutos, ya que será suficiente para que se regule y se purifique el hogar.
Podrás decantarte por ventilar la casa habitación por habitación o hacer corriente con las ventanas estratégicas. Otra opción será hacer uso de purificadores de aire y que será una buena alternativa en el caso de que se convivan con niños, personas mayores o mascotas. Estos aparatos servirán para eliminar el exceso de humedad para vivir en una atmósfera más limpia. Además, no se perderá el calor de la casa.
Eso sí, como ya hemos comentado, será importantísimo que no se acumule la humedad dentro de la casa. Para ello, habrá que darse duchas cortas, secar la ropa en el exterior, ventilar de forma habitual y comprobar si el aislamiento de las ventanas es el correcto.
Será muy importante, para una adecuada limpieza del ambiente, evitar algunos hábitos como el tabaquismo dentro de las habitaciones o el uso excesivo de los ambientadores. También, habrá que saber cómo utilizar correctamente tanto el aire acondicionado como la calefacción. Para ello, debes saber que la mejor temperatura para una casa es de 21 grados. Además, deberás aprovechar la luz natural del sol para calentar la vivienda y cerrar las puertas de las estancias donde no estemos.