Los alrededores de la Puerta del Sol tenían el alboroto turístico de siempre ayer por la tarde. Los visitantes paseaban con bolsas de compras, sacándose fotos y buscando bares de tapas, pero no sabían que un poquito más allá, escondido detrás del mítico kilómetro cero de España, un teatro esperaba la llegada de verdaderas leyendas de Broadway y del West End, mitos de la historia del teatro musical internacional.
Era el teatro Albéniz, que alojaba el estreno de 'El Fantasma de la Ópera', y aunque hubo un breve despliegue policial para contener a los posibles curiosos, fueron pocos los transeúntes que advirtieron la magnitud de aquel encuentro. La prensa esperaba dispuesta a lanzar sus preguntas y por la alfombra roja pasaron invitados VIP del firmamento de estrellas locales como Nuria Fergó, Samantha Hudson, Irene Villa, Eva Isanta, Pablo Carbonell, Marta Carriedo y Pastora Soler, entre otros. En tanto, con sendos esmóquines ingresaban Ramin Karimloo, actor iraní-canadiense famoso por protagonizar grandes éxitos en Londres y Nueva York, y Earl Carpenter, uno de los actores que más tiempo encarnó al Fantasma en el circuito londinense.
Minutos antes de la función, llegó Antonio Banderas, quien hizo posible que este musical llegara a España tras muchos años sin representarse en el país. Bajó del coche con Nicole Kimpel, su pareja, quien se mantuvo en un discreto segundo plano, y no posó con Antonio. Antes de pasar por la alfombra roja, el actor fue a recibir nada más ni nada menos que a Andrew Lloyd Webber, autor del musical y su flamante socio.
Lloyd Webber es considerado el músico más rico del mundo y el padre del musical moderno, autor de otros grandes títulos como 'Cats', 'Evita', o 'Jesucristo Superstar'. Junto a Banderas, crearon Amigos para siempre, una productora que tiene el objetivo de traer a España las obras del músico. Un verdadero desafío con buen pronóstico, ya que tal como se mencionó varias veces durante la velada, Madrid ya es la tercera sede del mundo en cuanto a cantidad de obras estrenadas y capacidad de producción de musicales.
El teatro estaba lleno y el ambiente era de fiesta. Vestidos con piedras y brillos, las mujeres, pajarita los hombres, mientras detrás del escenario los nervios crecían. El elenco, encabezado por Gerónimo Rauch, otra leyenda del musical en español, quien ha llegado a protagonizar tanto esta obra como 'Los Miserables' en el exigente escenario londinense, y Talia del Val, actuaría delante de algunos de sus máximos referentes.
El Fantasma llega a Madrid tras 20 años. La puesta en escena, dirigida por Federico Bellone, muestra una doble adaptación: el teatro Albeniz no tiene un escenario tan profundo para desplegar en varias dimensiones la escenografía, como suele hacerse en otras versiones, pero se ha concentrado toda la puesta en deslumbrar los sentidos con un aparato muy efectivo, a puro movimiento y efectos. Sin anticipar mucho se puede contar que hasta se puede ver al Fantasma, subido a la famosa lámpara rodeado de fuego caer a la platea. La segunda adaptación es temporal. La obra se ha comprimido para que no dure más dos horas y 10 minutos. Ágil, animado, entretenido y emocionante, el espectáculo ha sido ovacionado varias veces a lo largo de la función. Su vigencia temática es evidente nada más empezar: empresarios teatrales de traje intentando montar un espectáculo, una ópera, enfocados en lo comercial y no en lo artístico… Una historia que se repite hasta nuestros días. Pero también el tema de la belleza: un hombre castigado por sus defectos físicos, ¿acaso remite a alguno de los problemas de nuestra actualidad instagramera?
Gerónimo Rauch despliega todo su talento como Fantasma, y con solo verlo aparecer en el escenario comienzan los aplausos. Talía del Val le imprime a su Christine mucha ternura y de la mano de Guido Balzaretti crean un conmovedor romance. Y hay también lugar para las risas: Omar Calicchio, actor de larga trayectoria en los escenarios argentinos, pone la cuota hilarante como uno de los empresarios teatrales.
El elenco se completa con Manu Pilas, Judith Tobella, Fran Ortiz, Enrique del Portaly, Silvia Luchetti, Laura Martín, Sergi Albert, Robert González, Alejandro Rull, Ezequiel Salman, Rubén López, Alberto Sánchez, William Magallanes, Laura Enrech, Lara Sagastizábal, Marina Brisa, Naiomi Weiler Lara, Xenia García, Paula Arévalo, Virginia Esteban, Hugo Ruiz, Natxo Núñez, Natalia Pascual y Natalia Delgado.
Al terminar los aplausos, el director, Federico Bellone, tomó la palabra para agradecer e invitó al escenario a Sir Andrew Lloyd Webber, a quien, tal como admitió, muchos de los presentes le debían “la pasión por el teatro”. “Qué maravilla de elenco y de músicos”, dijo Lloyd Webber, con una gran sonrisa, visiblemente satisfecho con la función. “Es un placer estar en la ciudad que ahora es la tercera central de los musicales del mundo. Me siento muy orgulloso de tener al Fantasma aquí”.
Tras él, llegó Banderas, que decidió hablar en español: “Hablo en español porque de eso se trata”, comenzó, y contó una historia: “A finales de los 80 yo no tenía un duro y me dijeron que tenía que ver ‘El Fantasma de la Ópera’. Solo sabía que era una obra de Andrew. Me fui a Londres, a un hotel de m… Hice una fila desde las 4 de la mañana y no había tickets, pero en la box office la vendedora me dijo le voy a vender una entrada por el poder de su sonrisa”.
“Esta obra demuestra lo que se ha venido trabajando desde hace décadas para tener este espacio en Madrid para el teatro musical. Hay un material humano espectacular creciendo cada vez más. Tenemos un género maravilloso, muy difícil, que hay que seguir empujando para que continúe creciendo”, pidió y con estas palabras, se reafirmó como uno de los más importantes impulsores del género en España.
También Iñaki Fernández, de la productora Let’s Go, agradeció públicamente la colaboración con Antonio y Andrew que hizo posible que tuvieran la licencia para realizar la obra después de tantos años: “Gracias. Estoy muy emocionado”.
Bajó el telón pero el teatro no se cerró. El hall bullía de comentarios y se vio salir a los responsables con aire triunfal.