'Volveréis', la nueva película del cineasta Jonás Trueba, parte de una idea tan romántica como descabellada: celebrar una fiesta de separación tras catorce de relación. Un planteamiento que se encuadra más en el terreno de la ficción que en la realidad (aunque algunas personas en España lo hacen) y del que incluso su director desconfiaba que se pudiera sostener. Una debilidad que convierte en fortaleza para hacer de la cinta una obra sobre las dudas –en el cine, en el amor, en la realidad, en lo que pensamos– y que también funciona como un homenaje al séptimo arte, un término que para él va ligado a la vida.
¿De dónde nace la idea de celebrar una ruptura?
Yo hago las películas con cosas que me dicen, que leo. Esta idea nace de Fernando Trueba, mi señor padre, al que escuché decir aquello como un consejo práctico para la vida. Me lo dijo hace casi treinta años y le he seguido dando vueltas en la cabeza hasta que me di cuenta de que tenía una premisa para hacer una comedia romántica.
Tu padre, que tiene un papel en la película de progenitor de la protagonista, no recuerda haber pronunciado esa frase
En la película hay un trasvase entre cine y vida, dos términos que se mezclan y se confunden. Este es un buen ejemplo de cómo una cosa que se dice como un consejo para la vida acaba siendo una premisa para una película y se le da a la vez una confusión. Me hacía gracia que se arme una historia en torno a una frase que no se acuerda ni el que la dijo. Esto ayuda a hacernos una idea de la fragilidad de la propia idea y en la fragilidad de la propia película. Es decir, el montar una película en torno a una idea que ni nosotros mismos sabemos si va a poder funcionar. Me gusta reivindicar que el cine puede nacer de ahí, de una frase que dices a la ligera o de una broma que dicen unos amigos. El cine no siempre tiene que erigirse a través de grandes reflexiones, sino que puede hacerlo con algo que se dice de pronto y que tú decides tomarte en serio.
Una idea fugaz que en el cine funciona, pero que en la vida real es más complicado llevar a cabo
En la vida real podría llegar a ser algo frívolo, algo con lo que coqueteamos en la misma cinta. Luego ves que en la vida real sí que se lleva a cabo en otras culturas. A mí me daría pudor. Incluso cuando se lo he comentado a amigos que se separaban, torcían el gesto. En ese punto te das cuenta de que está bien hacer la película para llevar a cabo una idea que en la vida real no te atreves a llevar a cabo.
Aun así, muestras las dualidades que supone para los personajes
Dejamos constancia de que los propios protagonistas no lo tienen claro. Ponen la idea en duda, lo que pone en duda también a la propia película. Se cuestiona a sí misma todo el rato. Avanza envuelta en la duda. Para mí esto era muy interesante. Eso nos hace sentirnos que vamos a la vez con el espectador y que hay una honestidad en cómo abordamos el relato.
La película va a avanzando con la duda, pero también gracias a la repetición. Se van diciendo una y otra vez que lo van a hacer, aunque esté la incertidumbre por debajo
Cuando alguien no para de decir lo mismo, cuando no para de repetir que estás bien, genera cierta sospecha. Yo reivindico la repetición porque creo que vivimos instalados en ella, pero al mismo tiempo no lo es. Nunca es exactamente igual nada, aunque a veces lo parece. Hay un espejismo ahí en el que la película trabaja. Podemos decir que de alguna manera, al repetir ellos lo mismo, están avanzando. Es una manera de cuestionarse a sí mismos y a la idea. Y esto entronca con que basta con que digas algo en voz alta para hacerlo más sólido, más oficial. Esto te genera un pequeño compromiso con la persona a la que se lo estás contando y contigo mismo. Y a la vez para ponerlo en duda, ya que cuando lo dices en voz alta no se sostiene como te gustaría. Eso se percibe en la película.
Tanto es así que hasta la repetición merece una explicación en la película.
Sí, hay un momento en el que la película se pone a sí misma en duda. Cuando ellos, de pronto, sienten que no van a ser capaces y se desinflan. Ahí la película entra en crisis completamente. Entonces llega una escena en la que se revisa todo, como si hubiera que analizar lo que la película es o estaba siendo. Incluso se plantea si es una película que avanza. Quisimos hacer al espectador consciente de esto, buscar su complicidad para relanzar la película. Creo que tiene mucho que ver con ponerse en crisis: ya sea en el amor, en el modelo de pareja, pero también en nuestra manera de hacer las películas. Hemos convertido nuestras dudas o crisis en un motor que lejos de dejarnos parados, nos reaviva.
Hacéis un juego constante entre vida y cine. ¿Son inseparables?
Nuestra película hace un juego sensitivo, en la que sientes que hay una confusión entre la vida y el cine. Tal como está planteada, es incongruente, tiene algo loco y humorístico, de no tomárselo en serio. Para mí son inseparables, tanto para bien como para mal. Forma parte de mi vida y me ayuda a vivir, pero también es mi condena. Yo he crecido en una familia en la que el cine estaba ahí desde el principio.
Antes hablábamos de que la película parte de una frase de tu padre, pero él también es protagonista. ¿Es un homenaje a él y a tu familia?
La película es un intento de mirar hacia mi herencia con respecto al cine. La familia de mi padre no venía de ahí, pero yo sí. Yo estoy ahí. Por eso quizá me acabo quijotescamente loco, lo he confundido. He intentado mostrar estos sentimientos con la cinta. Tanto lo bonito como lo angustiante. La película muestra también esa parte que puede generar de confusión y fatiga de que todo se mezcle tanto, de que todo sea cine.
¿Has querido mostrar esto también con los “fallos” que hay dentro de la película?
Decidimos que la película pudiera incorporar dudas que no se pueden explicar demasiado. Compartir algunas cosas que pueden tener dos posibilidades. Esto es una forma de transmitir al espectador que la cinta se está haciendo, que la están haciendo personas que dudan. Es la idea de buscar la complicidad con el espectador, aun a riesgo de sacarle de la ficción. Intentamos que entienda que es una ficción y no lo es. Es un intento de transmitir cómo sentimos las cosas.
Y, como en el libro Cavell que le recomienda el padre a la protagonista, ¿crees que el cine puede hacernos mejores?
Sí lo creo. Y me gusta que cada película que hacemos lleve consigo una serie de cuestiones e incertidumbres que tenemos más allá de lo que cuentan. Y esta idea está siempre ahí. Desde mis inicios he intentado hacer películas de las que los espectadores salgan motivados, sobrevolando un poco la realidad. Siempre me ha gustado la idea de que el cine puede elevarnos un poquito. Algo más idealista. Creo que la gente que va al cine sigue teniendo una fe en la vida, porque es un acto de confianza: sales de casa, compras una entrada, vas a una película que no sabes muy bien cómo va a ser. Es un encuentro con la vida. No creo que sea un entretenimiento, sino un espacio que te hace encontrarte contigo mismo y con tus problemas. Y que te hace ponerlos en cuestión. Las preguntas que nos hacemos de la vida están en nuestras películas: hay algo de cómo vivir, cómo amar, cómo compartir cosas.