En esta carrera de los Oscar que está a punto de terminar, hay una película que ha emergido en las últimas semanas como la gran rival de las que, hasta ahora, parecían las favoritas, ‘The Brutalist’ y ‘Anora’. Es ‘Cónclave’, un thriller muy clásico y trepidante sobre la elección de un nuevo Papa y todas las intrigas y tejemanejes que hay detrás del cónclave secreto que se celebra en la Capilla Sixtina. Dirigida por Edward Berger (‘Sin novedad en el frente’) y con un reparto de campanillas liderado por Ralph Fiennes, Stanley Tucci, Isabella Rossellini, Sergio Castellito y John Lithgow, la película adapta un libro de Robert Harris publicado en 2016, una década después del famoso cónclave que eligió a Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) como sucesor de Juan Pablo II, y tres años más tarde de la elección de Francisco I como actual Sumo Pontífice.
Harris ha contado en alguna ocasión que se basó, para escribir su libro, en un diario anónimo que se publicó en la prensa italiana en 2005 sobre, precisamente, la votación que ganó Benedicto XVI. Los cardenales que participan en el cónclave hacen voto de secreto de todo lo que ocurra en él, así que aquel diario, obtenido por el periodista vaticano Lucio Brunelli, fue una revelación muy importante. Se especuló con que había sido un cardenal italiano quien se había puesto en contacto con Brunelli para pasarle sus reflexiones durante los dos días de abril que duró la elección, probablemente con el objetivo de mostrar que Ratzinger había ganado con mucho menos margen de lo que se pensaba.
Tanto el libro como la película siguen con bastante fidelidad dicho diario, que cuenta detalles tan aparentemente nimios como que un cardenal portugués se salía todas las noches a fumar fuera de la Casa de Santa Marta, donde se alojaban todos, porque en sus dependencias estaba prohibido. Así que se puede decir que ‘Cónclave’ se ajusta bastante a lo que ocurrirá cuando Francisco I fallezca y llegue el momento de elegir a su sucesor.
El procedimiento para votar al nuevo Papa, tal y como se muestra en la película y ocurre en la realidad, arranca con la certificación de la muerte del anterior (o con su abdicación, como sucedió con Benedicto XVI, aunque eso es muy inusual). Está establecido de esa manera desde 1059, cuando el papa Nicolás II lo instauró en un decreto que pretendía poner orden en ese asunto, que hasta entonces llegaba por aclamación popular y de los nobles romanos. En 1150 se creó el Colegio Cardenalicio, y el resto de procedimientos se fueron puliendo conforme se vio que tenían ciertos defectos que impedían un funcionamiento sin problemas. Por ejemplo, Pablo VI fijó, en 1975, que el número máximo de integrantes del Colegio Cardenalicio, que es el único organismo con la potestad de elegir al papa, era de 120, y cinco años antes se había establecido que la edad máxima para participar en dicha elección eran los 80 años.
Con todo esto sabido, una vez que el papa muere, se sella su habitación y se destruyen el Anillo del Pescador, que es la sortija que cada pontífice lleva con su escudo, y el Sello Papal. El camarlengo anuncia entonces que hay sede vacante y el decano del Colegio Cardenalicio convoca a los cardenales a Roma para participar en el cónclave. Tienen entre quince y veinte días para el viaje y que empiecen las votaciones y están obligados a asistir, excepto por razones de edad y salud.
Como se ve en la película, los cardenales se alojan en la Casa de Santa Marta y solo salen de allí para ir a la Capilla Sixtina a las sesiones del cónclave. En el primer día ya se realiza una votación y, si ningún candidato obtiene una mayoría por dos tercios, se repite en los tres días siguientes. Si, aun así, continúa sin haber un ganador, los cardenales se toman un día de reflexión y votan de nuevo al día siguiente. Este ciclo puede repetirse siete veces más y, si entonces todavía no se ha alcanzado un consenso, se realiza una segunda vuelta entre los dos cardenales más votados.
Todo lo que acontece en el cónclave y en las deliberaciones de los cardenales es secreto. Las papeletas se queman después de cada votación y, según si ha habido acuerdo o no, se añaden ciertos elementos para que salga humo negro o blanco por la chimenea. La fumata blanca indica que el cónclave ha elegido a un nuevo papa.
Las votaciones que se ven en la película siguen con bastante fidelidad las que se cuentan en el diario de la elección de Joseph Ratzinger. Una parte del Colegio Cardenalicio quería impedir que saliera elegido, así que buscaban a un candidato alternativo menos tradicional y conservador, que resultó ser Jorge María Bergoglio, quien terminaría sucediéndolo. En ‘Cónclave’, la figura de Ratzinger está representada en el cardenal Tedesco (Sergio Castellito), que siempre va acompañado del humo de su vapeador. El personaje de Stanley Tucci, Bellini, eterno favorito, podría ser el entonces cardenal de Milán, Carlo Maria Martini, de quien se afirmaba que era el mejor posicionado para suceder a Juan Pablo II, solo para que las revelaciones del diario demostraran que no era cierto. Bergoglio, que como pontífice lleva el nombre de Francisco, guarda algunos puntos de contacto con el cardenal Benítez (Carlos Diehz), que aparece en el cónclave de improviso y sin que nadie cuente con él, pero que acaba dando la sorpresa votación a votación.
Por supuesto, hay otros detalles de la película que están dramatizados para lograr una narración más interesante, pero a rasgos generales se ajusta bastante a cómo es el procedimiento para elegir a un nuevo papa.
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