Su triste e inesperada pérdida nos lleva inmediatamente a pensar en sus muchas apariciones en películas de Pedro Almodóvar. Y es normal, porque la madrileña nos hizo vibrar como escritora rota por el desamor en ‘La flor de mi secreto’, reír en su papel de Sor Estiércol en ‘Entre tinieblas’ o llorar como madre tóxica en ‘Tacones lejanos’. Pero Marisa Paredes ha sido mucho más que una chica Almodóvar. Repasamos algunos momentos icónicos de su trayectoria profesional y vital.
Aunque Marisa había hecho algunos papeles en películas durante los años 60 y 70, estos habían tenido poca relevancia. Sin embargo, ‘Ópera prima’, de Fernando Trueba, le proporcionó una fama a nivel nacional que la acompañaría durante el resto de su carrera. El debut cinematográfico de Fernando Trueba fue un ejemplo de lo que se conoció como comedia madrileña. Desde ese momento, sus apariciones en cine se multiplicaron exponencialmente. Tres años después hacía su primera película con Almodóvar, ‘Entre tinieblas’, y en 1984 aparecía en ‘Las bicicletas son para el verano’, uno de los filmes más aclamados de Fernando Fernán Gómez.
Los noventa fueron los años de ‘Tacones lejanos’ (1991), ‘La flor de mi secreto’ (1995) y ‘Todo sobre mi madre’ (1999), pero durante aquella década Marisa Paredes vio crecer su fama más allá de nuestras fronteras. Participó en películas francesas, argentinas, italianas… Merece la pena recordar que nuestra actriz fue parte del elenco de ‘La vida es bella’, aquel melodrama de Roberto Benigni que arrasó en los Oscar de 1998. Daba vida a la madre de Dora, la mujer del protagonista.
Guillermo del Toro es uno de esos directores que convierten en oro todo lo que tocan. Entre sus películas más aclamadas están ‘La forma del agua’, ‘Pinocho’, ‘El laberinto del fauno’ o ‘El espinazo del diablo’. Precisamente para esta última contó con Marisa Paredes en uno de sus papeles protagonistas.
Pero en aquella década de los 2000 también la vimos en ‘Salvajes’, de Carlos Molinero, donde repitió con Imanol Arias (su marido en ‘La flor de mi secreto’), o en ‘Reinas’, una comedia con trasfondo LGTBIQ+, a las órdenes de Manuel Gómez Pereira.
Pero la década que inició el nuevo siglo nos mostró otra faceta de Marisa Paredes: fue directora de la Academia de Cine, la misma que nunca le había dado un Goya (terminaría dándole el de Honor años más tarde). Ocupó el cargo entre 2000 y 2003, y tuvo que lidiar con el mítico “No a la guerra” en su último año, que hizo de aquellos premios seguramente los más marcados por la política. Su discurso de aquel año tuvo claras alusiones a la guerra de Iraq.
Marisa Paredes fue una actriz de teatro excepcional. Formó parte de la adaptación de ‘Hamlet’ que hizo Lluís Pasqual en 2006 y por cuyo papel recibió un Fotogramas de Plata. Precisamente en televisión se inició en papeles teatrales, y más recientemente la vimos en la miniserie ‘Felipe y Letizia’, donde interpretaba a la reina Sofía.
Marisa Paredes fue una orgullosa defensora de su ideología política: creía firmemente en la izquierda como ideología que confrontaba la dictadura franquista y la falta de derechos que le tocó vivir. Apoyó la campaña a favor de Zapatero en 2008 (aquel vídeo en el que numerosos personajes del mundo de la cultura simulaban una ceja con su dedo). También estuvo en la presentación de la plataforma Sumar, apoyando a Yolanda Díaz, y han sido numerosas sus declaraciones de compromiso político con la izquierda.
Cuando murió el año pasado Concha Velasco, Marisa manifestó su contrariedad por la aparición de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la capilla ardiente que se organizó en el teatro de La Latina. En abril de este año la vimos, junto a otros artistas como Miguel Ríos, en un acto llamado Por la decencia democrática, donde expresó su apoyo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cuando decidió tomarse unos días de reflexión tras los insultos por parte de la ultraderecha hacia su esposa, Begoña Gómez.
Ha hablado a menudo de la importancia de mantener vivo el sistema democrático, y lo ha comparado con los tiempos de represión en los que estuvo inmersa durante su juventud. También hemos podido verla en manifestaciones por la preservación de los derechos del colectivo LGTBIQ+. Más de medio siglo de trabajos avalan su trayectoria, y sí, Marisa fue una chica Almodóvar, pero fue muchísimo más.
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