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La cara más desconocida de Pepa Flores: de sus humildes inicios con Marisol a su retirada en 1985

En la próxima ceremonia de los premios Goya, que se celebrará en Granada, habrá un lugar destacado para Marisol o, mejor dicho, para Pepa Flores (después de que se ausentase en la gala de los Goya de 2020 y rompiese su silencio hace apenas un año). Todo, debido a la nominación a mejor documental de ‘Marisol, llámame Pepa’, un largometraje dirigido por Blanca Torres, y que pretende acercar a una nueva generación a quien fuese una de las mayores estrellas que ha dado nunca el cine español.

El estreno en 1960 de ‘Un rayo de luz’ presentaba al público a una niña de 12 años rubia, de ojos azules, gran carisma y voz portentosa que se convirtió enseguida en el centro de un fenómeno fan inaudito en España hasta aquel momento. También fue rápidamente utilizada por el franquismo como un símbolo de cómo quería el régimen que se comportaran las mujeres: siempre obedientes y supeditadas a la voluntad de sus padres o sus maridos.

Mientras Marisol fue una estrella, Pepa era un enigma. Y, de alguna manera, lo siguió siendo a pesar de ser portada de las revistas del corazón durante toda su vida; ya fuera en reportajes dedicados a construir su mito, o, ya de adulta, con los paparazzi siguiendo todos sus movimientos. El documental cuenta la historia más conocida, como que el productor Manuel Goyanes la descubrió en un recital de los Coros y Danzas de la Sección Femenina, sus giras por todo el mundo para promocionar tanto sus películas como la imagen más moderna de España que le interesaba al régimen (actuación en 'The Ed Sullivan Show' incluida), su mudanza a Madrid desde Málaga para vivir con la familia Goyanes y su matrimonio con uno de los hijos del productor, Carlos.

De todo eso hablaban constantemente las revistas de la época, pero la película levanta un poco el telón para mostrar lo que había detrás. Para Goyanes, Marisol era su gallina de los huevos de oro. Él contrató a aquella niña que había visto cantar para Franco y creó a partir de ella a un producto llamado Marisol: una pequeña perfecta, que transmitía una imagen de optimismo y de que el talento podía conseguir que otras niñas de familias humildes alcanzaran la fama y la fortuna. Sus películas eran historias aspiracionales y presentaban una existencia idílica que no era tal para Pepa, que conforme fue haciéndose mayor se sentía atrapada por Marisol.

'Adiós, Marisol'; 'Hola, Pepa'

La boda con Carlos Goyanes, con apenas veinte años, fue el momento en el que Pepa Flores empezó a emerger por detrás de Marisol, aunque seguiría utilizando su nombre artístico durante toda la década de 1970. Su separación dos años más tarde y el inicio de una relación sentimental con el bailarín Antonio Gades en 1973, más la publicación sin su consentimiento en 'Interviú' de unas fotos desnuda que le habían hecho años antes, marcaron la ruptura definitiva de la imagen que había construido Goyanes, aunque no la del mito. Incluso aunque su relación con Gades fuera un escándalo mayúsculo porque ambos estaban casados todavía (el divorcio no se aprobaría en España hasta 1981), la figura de Marisol continuaba generando curiosidad e interés. Lo hizo aún más cuando Pepa empezó a mostrar un fuerte compromiso político no solo al afiliarse al Partido Comunista (legalizado en 1977), sino también al apoyar la huelga de actores en 1975 que pedía jornadas laborales más cortas y asumibles. El escándalo definitivo llegó con su boda civil con Gades en Cuba, en 1982, con el mismo Fidel Castro y la bailarina Alicia Alonso como padrinos. Las infidelidades de su esposo llevarían al divorcio de la pareja cuatro años más tarde.

En todo ese tiempo, intentó retomar su carrera de actriz como una adulta con capacidad de decidir por sí misma, aunque al bailarín no le gustaba que trabajara. Participó en varias películas olvidables hasta 1978, cuando estrenó su última película como Marisol, ‘Los días del pasado’, de Mario Camus, que le valió el premio a la mejor actriz en el Festival de Karlovy Vary. A partir de entonces, en sus últimos trabajos sería acreditada como Pepa Flores: dos películas a las órdenes de Carlos Saura (‘Bodas de sangre’ y ‘Carmen’), el largo ‘Caso cerrado’ y la serie ‘Proceso a Mariana Pineda’, estrenada en 1985. Desde ese momento, la actriz decidió desaparecer de la vida pública, y ni que la academia de cine le entregara el Goya de Honor en 2020 la hizo volver. Fueron sus hijas María, Tamara y Celia quienes lo recogieron en su nombre.

La razón detrás de esa retirada solo se puede inferir a través de los testimonios en el documental de su hermana Victoria o de la bailarina Cristina Hoyos: el escrutinio público era excesivo y no conseguía superar a Marisol. La reacción mediática a su desnudo en 'Interviú' es un buen ejemplo, con columnistas como Francisco Umbral, Juan Marsé o Juan Luis Cebrián certificando la cosificación de su cuerpo. Cuando se publicó, en 1976, Pepa Flores se había mudado a Altea con Gades para llevar una vida alejada del ojo público, vida que se vio fuertemente alterada con aquel reportaje. Ya había tenido suficiente.

Su reciente reaparición en el 50 cumpleaños de su hija María Esteve

Pepa Flores vive alejada del foco, pero, tras más de una década sin verla, hace unos días hemos vuelto a verla. La ocasión: el cincuenta cumpleaños de su hija, María Esteve. Era en las redes sociales de Esteve donde veíamos el aspecto actual de Flores. Contenta y en familia, celebraban el aniversario de su hija María. La actriz se reunió en un restaurante de Málaga con sus más íntimos, entre los que no faltó su madre o Pablo Alborán tal y como pudimos ver en el carrusel de fotografías que compartió en su cuenta de Instagram

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