Pocas han sabido desmitificar con tanta guasa lo que es tener tres Goyas como Candela Peña. A dos de ellos les ha plantado unas pestañas postizas y el tercero lo "desgració" por meterlo en un lavavajillas. Porque como decía su padre, un "sevillano majísimo" al que perdió el mismo año que se convirtió en madre, "si estas estatuas no salen por la puerta para encontrarte trabajo es que no sirven para nada".
Ha sido musa de Coixet, Almodóvar, León de Aranoa, Sabroso, Gay y Coixet. Y por encima de todo es una actriz como la copa de un pino. Asume que desde que el director pronuncia el "motor y acción" hasta que dice "corten" es el único momento en esta vida en el que no molesta. Pero escucharla desmonta esta teoría. Más allá de ese curriculum de la Candela Peña actriz que tanta "cosica" le da que le mencionen, lo que ahora toca reivindicar es su trayectoria vital.
Es catalana de padres inmigrantes. Su madre es murciana ("no le da ni para considerarse charnega") y su padre era de Lora del Río. Una "familia pobre" a la que no fue la primera en llegar y que siempre llevó en la frente la etiqueta de "los del bar de Gavá", su pueblo. En ese local donde conoció esa "miseria humana" que tanto le gusta plasmar en el cine tuvo a sus primeros espectadores. Hasta que le llegase la primera regla fue un sufrimiento para ella por el show que se podría montar al otro lado de la barra cuando se enterasen de que la niña ya no era tan niña.
Pero para entender cómo descubrió que lo que se le daba bien en esta vida es contar historias debemos irnos una puerta más allá, al único cine que había abierto en Gavá durante su infancia. Para que no diese la murga cuando terminaba de hacer los deberes, como no tenían tele en casa, su madre la mandaba allí para que se entretuviese. Convenciendo al señor Ramón de que le dejase entrar sin pagar hizo sus primeros pinitos como actriz. Y ansiando ser Geraldine Chaplin en 'Ana y los lobos' cayó en la cuenta de que de mayor quería ser todas aquellas mujeres que hacían lo que fuese en esa enorme pantalla.
Los que no hayan tenido la suerte de ver su cine pensarán que Candela Peña (solo) es esa "tía chisposa" que sale de vez en cuando en el programa de "la Broncana". Pero cuando llegó a Madrid para hacer carrera en esto se propuso ser actriz de método. "Que me digan que llore de mentira hasta me ofende, oye". Pasar por ese tipo de escuelas de interpretación intensas hizo que, después de sus primeros papeles en 'Días contados', 'Todo sobre mi madre', 'Te doy mis ojos' o 'Princesas', se moviese en la industria del cine como "una Isabelle Huppert de la vida".
Vista con perspectiva, fue una buena racha para Peña. Sus personajes fueron denotando uno detrás de otro el curro que le ponía a cada trabajo. Pero se permitió el lujo de elegir demasiado, de ser pretenciosa, de decir que 'no'. Una "tontería que tenía en la cabeza" y que se le desmontó cuando se chocó de bruces "con la vida y la muerte".
Es aquí donde entramos en ese famoso discurso en el que, recogiendo su tercer Goya, este por 'Dos pistolas en cada mano', se la tachó de problemática. Solo era "una mujer dando su opinión". Y por eso mismo se la etiquetó, asume ahora.
Sobre aquel escenario de un Palacio de Congresos abarrotado, Candela contó cómo había visto morir a su padre en un hospital público, plasmó su preocupación por la educación que recibiría su hijo Román y pidió trabajo. Sus nuevas prioridades se partían de risa al recordar sus ínfulas del pasado.
Hoy está dentro de ese 8% de actores que pueden pagar el alquiler con su trabajo, sí. Pero en su día tuvo que esperar durante cuatro años a que volviese a sonar el teléfono. Aunque su intención siempre fue la de no regodearse en la queja, las "fatigas" fueron inevitables. Y quien le hizo caer en que estaba bajando al fango fue Isabel Coixet, que la llamó en uno de sus peores momentos para ofrecerle 'Ayer no termina nunca'. Chilló cuando descolgó el teléfono desde su Smart cuando vivía con su madre en Gavá. Consiguió ese merecido personaje después de tocar fondo en lo personal. Y también ganó una 'hermana'.
La directora le recordó que "es mejor hacer malas películas que no hacerlas". Algo que apoyó la Maura, que le confesó que "de las malas películas no se acuerda nadie". A partir de ahí fue a proyecto por año con la mente en que ahora tenía "un crío al que alimentar", como dijo en esos famosos Goya. Pero sus reivindicaciones de 2013 hicieron que la gente siguiese pillándola "con la matrícula cambiada" hasta que llegó 'Hierro' y la "sacaron de boxes". Fue entonces cuando su discurso sí fue entendido.
Esta jueza Montes por la que "mata" y con la que ahora vuelve con su segunda temporada le ha permitido ser escuchada. Candela lo sabe, le gusta estar "golosona". Pero más que para alimentar su ego, que también, este altavoz lo ha utilizado como herramienta para visibilizar su realidad, la de cualquier mujer de más de 40 a la que lo único que le preocupa es saber si ha descongelado el salmón para que el niño tome proteína para cenar. Porque por mucho tacón que se ponga una un jueves para ir a una alfombra roja, lo que de verdad le importa es que "una muchacha que vive en un pueblo de la Mancha" aprenda de qué va la vida con frases como las suyas.
Porque oírla es caer en la cuenta de que una no tiene que ser fuerte para ser interesante. Porque le da igual decir que está "hasta el moño" de que digan que por tener 47 años está en la manida 'mediana edad'. Porque no quiere hacer más mujeres "enfermas, amargadas o enfadadas". Y porque encontrar a un rostro conocido que dé voz a causas que siempre se han dado por hechas es como encontrar una aguja en un pajar. O lo que es lo mismo: un personaje femenino "con chicha" en el cine español.
Ahora que se ha quitado de miedos, Candela (o "mariatitulares", como se llama a sí misma cada vez que hace promo) nos quiere demostrar que ni ella ni nadie como ella necesita que la valide. Pero para seguir así ("y pagando el colegio privado del chiquillo para que pueda hacer contactos") quiere trabajar más. De momento no tiene nada para 2021 y su única pelea es conseguir tirar hacia delante 'Puerto y camino', la serie que coprotagonizará con su musa Pilar Castro y que contará toda esta realidad que ha venido a zarandear. Es "oro molío', Meri", promete.