Emerald Fennell se ha marcado una comedia romántica sin final feliz, una lección de feminismo sin pancartas, una iconografía pop sin Harley Quinn y una historia de venganza sin Liam Neeson. Todo a la vez, y con Paris Hilton sonando de fondo. Pero si tuviésemos que quedarnos con un eslogan, podríamos entender 'Una joven prometedora' como una patada en el estómago al patriarcado. Porque aquí nuestra superheroína es Cassey, es Carey Mulligan, son todas esas mujeres que tuvieron que explicar que si no hay un "sí" no hay nada. Y a las que no creyeron. Y que tuvieron que justificar por qué iban solas. Y borrachas. Y a las que seguían sin creer. Esas a las que el machismo terminó matando.
Cuando empezó a pensar en esta historia con la que debuta como cineasta, directora y productora, Harvey Weinstein era intocable, jamás habíamos pronunciado términos como 'depredador sexual' y 'me too' era una simple coletilla que utilizábamos para contestar un WhatsApp. Pero ya por entonces, siete años antes de su estreno, Emerald Fennell creía que el consentimiento y la violencia sexual merecían contarse en una película de estas dimensiones. Sabía que tocaba incomodar, revolver salas de cine para denunciar una lacra tan asimilada que había ascendido a la categoría de chiste. Y lo ha conseguido.
Fennel no es una cineasta al uso. Estamos acostumbrados a no poner cara a quienes dicen "motor y acción", salvo que se apelliden Almodóvar, Scorsese o Tarantino. Ella, sin embargo, ya era una superestrella antes de rodar su primer largometraje. Su padre, Theo Fennell, era el joyero favorito de la alta sociedad 'british'. Las visitas constantes de entes como Joan Collins o Elton John hicieron de la casa de la infancia de Emerald el 'Lerele' londinense. Esta consciencia de qué implica formar parte de la farándula también la mamó de su madre. Louise Fennell trabajó para marcas como Dolce & Gabbana o Roberto Cavalli. Incluso llegó a escribir 'Dead Rich', una parodia en forma de novela con la que se reía del 'malestar' que implica la fama.
Y de esto se nutrió esta 'joven prometedora', como dice su película. Emerald y su hermana Coco, que ha trasladado este arte a la moda, especializándose en el diseño de esas prendas retro que tanta presencia tienen en el vestuario de su primera cinta, crecieron en un hogar en el que papá salía de casa "con un cárdigan fucsia y unos mocasines de piel de serpiente" y mamá se pintaba las uñas de diez tonos diferentes. Para que luego digan que esto de la manicura multicolor es tendencia en 2021.
Ni la abogacía ni la medicina estaban entre las vocaciones de ninguna de las dos. Y así fue: a los quince años Emerald Fennell ya se había convertido en artista. Fue a esa edad, mientras se formaba en el internado inglés donde estudió Kate Middleton, cuando se estrenó con un pequeño papel en 'Trial & Retribution'. De ahí le siguieron 'La chica danesa', 'Pan: Viaje a Nunca Jamás', 'Chickens' o '¡Llama a la comadrona!'.
Entre papel y papel se graduó en Oxford, publicó un par de novelas y conoció a Phoebe Waller-Bridge, otra mujer revelación del cine de su generación. Fue gracias a esto que se sumó al equipo de guionistas de 'Killing Eve', el thriller feminista más 'hardcore' de la última década. También fue la escogida para encarnar a Camilla Parker-Bowles en 'The Crown', lo que le dio acceso a la popularidad masiva. Lo siguiente, una vez superada la treintena y con tanta efervescencia en la mochila, fue ser ella misma la que dirigiese su propia historia.
La idea le vino a la mente durante una cena con su pandilla de la universidad. Chicos y chicas. Una de ellas se presentó más tarde que el resto después de vivir una situación incómoda durante su trayecto en metro. Un hombre la había estado siguiendo. Intentaba llamar su atención. Hasta que logró quitárselo de encima. Los hombres que compartían mesa con ella se extrañaron, dijeron algo así como 'cómo puede ser esto'. Las mujeres allí presentes, incluida Emerald, se quedaron en shock con el hecho de que les sorprendiese el episodio. ¿En serio sus amigos, su entorno, los que se habían formado con ella, estaban dándose cuenta en ese momento de que existía algo llamado acoso sexual?
Esto le hizo clic. Nadie hablaba de esta cultura de la seducción, del poder del consentimiento o de la ausencia del mismo. Que una joven se hubiese bebido cinco, seis o las copas que quisiera en una noche y que eso justificase cualquier cosa que le sucediese a posteriori contra su voluntad era hasta objeto de broma en conversaciones, películas, series y entre las bambalinas de Hollywood. Y una violación no hace ninguna gracia. Por eso quiso colarse en el sistema y vengarse, con su película y con su protagonista. Ahora, cualquiera que vea 'Una joven prometedora' no debe sentirse incómodo. Debe saber que lo que está viendo en la pantalla es una realidad.
Cinco son los Oscar a los que aspira en la gala de este domingo 25 de abril. A Mejor película, Mejor dirección, Mejor Montaje, Mejor actriz protagonista y Mejor guion original. En estas dos últimas categorías parece que lo tiene todo para llevárselo. Pero aun yéndose de vacío, 'Una joven prometedora' ya ha cumplido un hito en la historia de los premios de la Academia: que una debutante, pero sobre todo una mujer, esté entre los mejores cinco trabajos cinematográficos del año. Y comparte mérito.
Chloé Zhao, directora de 'Nomadland', compite con ella en este pleno de premios gordos. Dos mujeres directoras con dos historias protagonizadas por mujeres que han entrado en un territorio que año tras año copan hombres. Sin cuotas. Solo (como si fuese poco) por haber hecho dos de las mejores películas del año.