Cuando tenía 16 años, Leticia Dolera soñaba con ser bioquímica. Este era su concepto de “vida perfecta”, algo que ahora, a los 37, sigue preguntándose qué significa exactamente. Y esto es, precisamente, lo que ha contado en su primera serie como creadora, directora, guionista y protagonista. Una oda a las imperfecciones con la que ha querido reflejar que las mujeres también tienen derecho a cagarla. “Estoy intentando aprender que la vida no se puede controlar, que no puedes escribir al 100% el guion de lo que va a suceder”, asume.
Consciente de que hablar de feminismo incomoda, esta catalana decidió imponerse la frase “la revolución será feminista o no será” como lema vital. Desde entonces, por supervivencia, se ha visto obligada a crearse un escudo contra las críticas. Esas que aguaron el rodaje de ‘Vida perfecta’ por una polémica con la que muchos intentaron desacreditarla con frases como “¿Ves? No era tan feminista como nos vendía”.
Varios meses después, con los ánimos más calmados, Leticia Dolera lo está petando con su serie. Premio en Cannes, críticas unánimes hacia su trabajo... “Fue increíble, todavía no doy crédito a todo lo que ha sucedido con esta serie”. Un proyecto en el que también importan (y mucho) los símbolos. Una historia sobre tres mujeres de más de 35 en plena crisis existencial. Un equipo formado mayoritariamente por mujeres a las que nunca se había dado la oportunidad de demostrar lo que valen. “Hay profesiones en nuestra industria que todavía están muy masculinizadas y hay que crear espacios para que las mujeres demuestren su talento”.
Desde que probó suerte como directora, el punto de vista de Leticia Dolera se repite. Personajes que no encajan en el sistema. Algo que ella sintió tras años sufriendo bullying y que ahora sigue tratando de asimilar. “Muchas veces me he sentido fuera de lugar. Por eso cuento este tipo de historias, para decirme cosas a mí misma. Supongo que todo esto nace de lo que viví en el instinto”, confiesa.
Para ella, el movimiento feminismo no es más (ni menos) que una lucha por defender los derechos humanos. De ahí que le genere tanta tristeza que se trate de manipular la igualdad entre hombres y mujeres desde ciertos altavoces. "Es una irresponsabilidad que desde la política se intente demonizar el feminismo y que se nos muestre como mujeres amargadas odiahombres. Que se niegue la violencia de género es una vergüenza", defiende.