Podría decirse que lo de ser pionera es algo consustancial a ella. Alaska (Ciudad de México, 1963) lleva décadas abriendo puertas para adentrarse en territorios inexplorados. Una de ellas, la relativa a la exposición mediática de su intimidad, comenzó a entornarla hace trece años, cuando protagonizó junto a su marido, Mario Vaquerizo, uno de los primeros docurrealities del panorama vip patrio. Nacía ‘Alaska y Mario’, el primero de una larga (y con el paso del tiempo, cada vez menos estimulante) lista de formatos similares, y un público nuevo, más joven, se familiarizaba con el personalísimo universo de Olvido Gara. La artista abre ahora por completo dicha puerta, en un formato diferente y desde una perspectiva distinta, pero con la misma valentía, exponiendo capítulos poco conocidos de su larga trayectoria personal y profesional.
Tres son los capítulos en los que se articula 'Alaska revelada', el documental producido por Movistar Plus+ en colaboración con Shine Iberia, en el que la cantante vuelve a ponerse delante de una cámara. Salud, dinero y amor son las excusas perfectas para que ella misma y su círculo más íntimo repasen su vida y su carrera, con una especial atención a los episodios menos conocidos de ambas. La mexicana abre armarios como los de su bisexualidad, su adicción a la comida, su relación con las drogas, la cirugía o la fama, sus orígenes familiares, su ruina económica o su ideología. Hablamos con ella.
Pregunta: ¿Cómo ha sido eso de volver a narrarte años después de 'Alaska y Mario'?
Respuesta: Yo es que creo que en el reality no me narraba a mí misma. Vivía y las cámaras recogían lo que hacía cada día. Por eso es distinto, por eso es un reality, refleja una determinada realidad de cada día, sin mayor filosofía y sin mayor cuestionamiento. Yo las cosas que hacía las hacía y no teníamos debate posterior de '¿por qué Alaska?', '¿y tú qué has dicho?'. No. En cambio con este documental sí que es diferente: no estoy haciendo nada, sino que estoy reflexionando sobre determinados momentos de mi vida. Eso cambia.
P: El mundo el mundo de las celebrities es muy distinto del que era cuando os adentrasteis en eso de la telerrealidad, ¿no?
R: Es verdad que el mundo de las celebrities ha cambiado. Desde 'Alaska y Mario', que empieza en el 2011, a hoy han pasado 13 años, que es un mundo. Es un mundo porque en aquel momento las redes sociales eran una cosa más limitada y digamos más para el usuario. Ahora es otra historia, y están las celebridades que pueden surgir en esos mismos medios, no ya que usen las redes sociales porque sean famosos de televisión, sino celebridades que pueden surgir de ese medio. Es algo completamente nuevo que no tiene nada que ver con lo que había entonces
P: En el documental aseguras que un buen epitafio para ti podría ser: ''Se conoció a sí misma". ¿Cómo es esa relación entre persona y personaje?
R: Yo es que no siento que haya personaje, porque personaje es algo que tú creas, que tú cuelgas como una gabardina cuando entras en tu casa, y no es el caso. Sí que hay una construcción, pero no es un personaje, es como yo me siento. Y por lo tanto, como yo me siento así, quiero que tú me veas como yo me siento. Decir por mi parte, cuando me preguntan por lo del epitafio, eso de "se conoció a sí misma" es muy atrevido, porque conocerse a sí mismo es una construcción. Igual que la construcción intelectual por leer libros o la construcción física. Todo es un proceso que no termina nunca hasta el día que te mueres. Sobre todo porque nunca sabes cómo vas a reaccionar ante grandes cosas de la vida. Es muy fácil aquí sentados hablar de 'pues sí me pasara esto yo haría esto'. No, no lo sabes hasta que te pasa.
P: En el primero de los capítulos se explora la relación con tu padre, un gran desconocido para el público.
R: Bueno, porque no ha estado. Mi padre puede estar en media docena de fotografías mías de revistas, que está, pero no vivía en España. Era una situación diferente. También porque seguramente el peso de su presencia en mi formación es distinto al de mi madre y mi abuela. Esto es así, no pasa nada, siempre hay un lado de tu mitología familiar que pesa más que el otro, y el mío es el de mi madre y mi abuela.
P: Has hablado muchas veces de tu relación con la cirugía y del papel que ha tenido en tu vida, ¿te has arrepentido alguna vez de algo?
R: Nunca. Tengo un gran cirujano y no he tenido mala suerte. Porque eso también puede pasarte, algo que no desees...Como cuando te vas a decolorar el pelo, podrías salir con el pelo quemado. Estas cosas son así, son frívolas pero son vitales, las dos cosas a la vez. No, no he he tenido mala experiencia, y es verdad que esto es también una construcción continua y pasas por fases, digamos, más activas de construcción y otras donde te da un poco igual y estás tranquilo como estás. Pero sigo creyendo que esa frase del personaje de Agrado [al que da vida Antonia San Juan en 'Todo sobre mi madre'] de que 'cuanto más me hago, más me parezco a lo que yo veo de mí misma' y a lo que quiero que tú veas, por ende, me parece perfecta.
P: Dices que las drogas nunca te han interesado mucho. ¿Consideras la comida una adicción al mismo nivel?
R: Es que es una adicción. Quiero decir, yo me puedo tomar una copa de vino pero igual no me tomo la segunda porque no me entra. Y hay mucha gente que con la comida es así: come normal y cuando ha comido, ha comido. Pero yo no, yo tengo un pensamiento adictivo con la comida. Cuando estoy contenta, como, cuando estoy triste, como, y si ya he comido pues vuelvo a comer. Y no me lo puedo quitar de la cabeza. Yo entiendo el alcoholismo, entiendo el 'yonquerío', y lo entiendo todo porque esto sencillamente es otra droga. Las mías son drogas legales, que puedo bajar al supermercado y comprarlas. Pero yo no sé si atracaría si tuviera que buscar unas patatas fritas y fueran ilegales. Pues seguramente sí, así que tengo una adicción.
P: Hablas de situaciones económicas complicadas, de "una temporada en el infierno", parafraseando el disco de Fangoria. ¿Te ha hecho valorar más ahora el dinero?
R. No me ha hecho valorarlo más porque siempre le he dado el valor que tiene. Lo que pasa es que fuimos muy suertudos, hasta los diecisiete años estábamos viviendo fuera de casa y estábamos viviendo de nuestros grupos y de lo que hacíamos y de la televisión. Luego esas inversiones y esas situaciones complicadas con otras personas con las que teníamos ese mundo dinamitaron todo. Pero no por haberlo perdido y ni más ni menos valor. Es mucho más fácil la vida cuando tienes para pagar el alquiler que cuando no lo tienes, es así de sencillo.
P: ¿Te costó mucho llegar a identificarte la etiqueta de bisexual? ¿Cómo es tu relación actual con el colectivo LGTBIQ+?
R: Has dicho bien la palabra etiqueta. Yo es que creo que a mí no me define en nada de mi vida, más allá de que si veo una chica que me gusta, me gustará y ya está. Yo me sentí bisexual antes de saber lo que era el sexo, porque vi que había un mundo lleno de posibilidades. Veía a Bowie, veía a los artistas que a mí me gustaban y entendía que eso debía ser así porque yo no lo sabía con esa edad, ni siquiera un poquito después. Pero estaba abierta la posibilidad y cuando estás abierto a las posibilidades, las cosas pasan.
Es verdad que a mí no me gusta demasiado etiquetar por esas razones, porque creo que tus opciones sexuales... no sé, si a ti te gusta que te aten o te compren flores, eso no te define necesariamente en lo social como otro tipo de persona, ni debería definirte para determinadas cosas en la vida. Es mi mundo, yo he pertenecido a eso que hoy en día se llama el colectivo, pero preferiría llamarlo un mundo lleno de individuos y de posibilidades infinitas.
P: Has cumplido veinticinco años de matrimonio con Mario Vaquerizo. ¿Cómo ha cambiado la relación entre vosotros, cómo habéis crecido juntos?
R: Obviamente la situación cambia porque seguimos años siendo novios aún estando casados, viviendo cada uno en su casa. No teniendo más que una vida de novios, de salir, de ir al after, de acostarnos, de levantarnos... Teníamos una vida de novios aunque estábamos casados. Empezamos a tener vida de casados cuando tuvimos nuestra casa y empezamos a vivir juntos, que fue cuatro años después.
Todo ese proceso de la convivencia claro que pasa por fases, conocer a la persona, adaptarte a vivir con alguien... Lo que pasa es que tenemos muchos mundos comunes y eso es lo que yo creo que afianza mucho. Aparte del amor y del sexo y lo que es tener una pareja, tenemos muchos muchos intereses comunes
P: Siempre has tenido un público muy joven y ha estado muy en contacto con las generaciones más nuevas. ¿Cómo ves su momento actual?
R: No me gusta nunca generalizar. Yo me acuerdo que cuando era pequeña y me hacían entrevistas y decían 'la juventud'... Yo no soy como esa juventud que estáis mencionando, y esa juventud dirá 'yo no soy como esa chica que estás mencionando'. No se debe generalizar. ¿Cuál es el momento social? Muchísimo más complicado: cuando nosotros éramos pequeños no era tan difícil alquilar entre cuatro un piso, independizarte y pagar cada uno su parte. Era un mundo más fácil para todo eso y lo hacíamos. Fue como todos salimos de casa, viviendo con amigos, como hace la gente hoy en día, pero es bastante más difícil. En ese sentido el mundo es más difícil hoy.
También creo que debe ser más difícil la presencia de las redes sociales, para lo bueno y para lo malo. Yo siempre digo que si a mí mi Bowie me hubiese puesto un 'me gusta' por compasión, mi capacidad intelectual y mi cerebro de doce años no estaban preparados para es. O para que me alguien me dijera 'guapa' o para que alguien me dijera 'fea'. Creo que esas construcciones hoy en día deben ser más complicadas. Por lo demás, siempre habrá gente que quiera ser abogado y escalar en Wall Street y siempre habrá gente que eso no le interese nada y que lo que quiera es hacer un grupo o hacer cine o sencillamente diletar. No se puede generalizar.
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