“Toca decir adiós”. Con estas palabras arrancaba Natalia Sánchez una sincera carta en la que anunciaba que va a formar parte de un nuevo proyecto que va a alejarla de sus hijos durante tres semanas. “Me marcho a Albania tres semanas SOLA. No me puedo creer que este momento haya llegado”, se sentaba a escribir estas líneas “llorando como una magdalena”. La actriz marcha con una “buena dosis de culpa en la maleta” por “el panorama que deja en casa", aunque es consciente de que se quedan “en las mejores manos”.
Varias enfermedades (la gripe A, algún que otro virus y alguna bacteria) han invadido el hogar de la intérprete, dejando a Marc Clotet (su pareja) con neumonía y a los dos niños “k.o y con más mamitis que nunca”. Este motivo, estar alejada de ellos tanto tiempo, es uno de los tantos por los que le ha costado aceptar este ambicioso proyecto. Sin embargo, si hay algo que le ha enseñado la maternidad, “es la importancia de no olvidarte de ti, de tus necesidades, tus sueños, de cuidarte y de no dejar de hacer cosas que te hagan feliz porque, así, ellos también lo son”.
Con una “buena dosis de ilusión” y un sacaleches en la maleta (para no perder la costumbre), Natalia se enfrenta a uno de esos proyectos “que te quitan el sueño”. Una producción que se grabará entre Albania, Nueva York y Toronto y que se rodará íntegramente en inglés. 'My mother is a Cosmonaut’ (así se llama el film) tendrá entre su “elenco de infarto” (del que ella promete aprender mucho) a actores tan reconocidos como Billy Baldwin. “¡Os iré contando cómo va esta gran aventura!”, promete la actriz que dio vida a Teté en ‘Los Serrano’.
Como cierre a este extenso texto, y a modo de posdata, Natalia se despedía de su “compañero de vida” y padre de sus dos grandes tesoros, que nunca deja de sorprenderla y “superar con creces mis expectativas”. También aprovechó esta oportunidad para agradecer a sus amigos y familia, especialmente a los abuelos de Neo y Lia, sus dos retoños, que apoyen incondicionalmente cada una de las decisiones que toma. “En especial a mi suegra Anna, que nos ha salvado la vida en varias ocasiones esta semana, y a mis padres, quienes, de no ser por todos los virus que hay en esta casa, ya habrían cogido el tren para ayudarnos. Ay, los abuelos, el gran tesoro del siglo XXI”.