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Por muchas horas que lleve en la pequeña pantalla o carteles de ‘sold out’ colgados en los teatros, poco se sabe de la intimidad de Carlos Latre, el hombre de las mil voces, que ha logrado blindar su matrimonio con Yolanda Marcos, con quien lleva más de dos décadas formando “un gran equipo” emocional, profesional y sentimental. “Ella es la mujer de mi vida, es mi mitad, es mi apoyo, mi muleta cuando lo nece sito”, son las palabras que emplea para definir a esta periodista, con quien tiene una hija en común, Candela, que está a punto de cumplir 17.
Ambas estuvieron apoyando al humorista en la función número 250 de 'One man show', su último espectáculo, posando con él en un photocall por el que pasaron numerosos rostros conocidos. Quien sabe si en un futuro es él el que está arropando a Candela en el estreno de alguna obra, puesto que quiere probar suerte en el teatro musical. "Ya veremos lo que pasa, pero lo que está claro es que lo bueno de este mundo es que tiene muchas posibilidades, no solo como primera figura, segunda o cuarta, alrededor de este trabajo hay muchas cosas bonitas", defendía en una entrevista.
Nadie mejor que él sabe lo que cuesta llegar a lo más alto. Lo que comenzó como una afición y una profesión intuitiva se convirtió en un agotador trabajo diario que le ha llevado a donde está hoy. Antes de hacerse con la merecida etiqueta del mejor imitador de nuestro país, el de Castellón tocó el teatro clásico, bailó en Nueva York e incluso estuvo haciendo lírico con un tenor. "He hecho de todo y sigo formándome, yo soy un poco obsesivo en ese sentido y me gusta ir mejorando cada día", apuntaba en una charla con la agencia 'Europa Press'.
A su lado, tanto en sus mejores como en sus peores momentos, siempre ha estado Yolanda, su mujer, con quien se casó en 2004. Un matrimonio que se mantuvo estable hasta que se separaron temporalmente en 2015, retomando su relación dos años después. Un "reset" del cual salieron "fortalecidos" y del que aprendieron que llevarse bien es "muy importante". Él es "soñador", ella "terrenal y sensata", algo que el actor define como el equilibrio perfecto. "Hemos aprendido a no chocar, somos dos personas inteligentes y nos gusta mucho hablar", se sinceraba en Lecturas.