"Llegas para alegrarnos la vida". Así fue como, en el verano del 2020 (en plena pandemia), María Pombo anunciaba que estaba embarazada por primera vez. Días después de comunicar a sus más de un millón de seguidores que padecía esclerosis múltiple, la influencer daba la noticia de la llegada de su primer bebé con Pablo Castellano. A finales de ese mismo año, el matrimonio daba la bienvenida a Martín, su primogénito, que tres años después se convertiría en el hermano mayor de Vega, la hija pequeña de la pareja de creadores de contenido.
A diferencia de su primogénito, Vega llegaba al mundo a mediados de junio del 2023 por cesárea tras un "parto un poco complicado", tal y como relató el marido de la empresaria. Antes de lo esperado, Pombo y Castellano daban la bienvenida al mundo a su hija pequeña, muy deseada por los dos. Recordemos que, antes de que se supiera el sexo de su primer bebé, la influencer madrileña deseaba tener una niña, aunque después ha agradecido mucho que fuera un niño su primer hijo.
Si por algo se caracteriza este matrimonio es porque, desde que comenzaron su camino juntos, no ha habido aventura que se les resista. De hecho, por este motivo, incluso atravesaron una crisis. Tal y como nos desveló en exclusiva Castellano en la premiere del documental 'Pombo', el nacimiento de su hija pequeña llegó a la par que la mudanza a su nueva casa. Sin embargo, afrontaron este altibajo con creces y, ahora, no dejan de presumir en sus redes de la familia que han formado.
Desde que se convirtiera en madre, Pombo siempre ha presumido de esta faceta en sus redes sociales y, como no podía ser de otra manera, también de sus hijos, a los que conocemos gracias a las stories y publicaciones de la expareja de Álvaro Morata. De hecho, hace solo unos días que la joven compartía, a través de sus historias de Instagram, un vídeo en el que demuestra el gran parecido de sus dos hijos. En la imagen aparece Martín cuando tan solo tenía 7 meses, la edad que tiene ahora su hermana pequeña y en la que deja claro que sus hijos son como dos gotas.
"Con Martín dijimos: ‘Vamos a por el bebé’, y fue a la primera. Yo pensaba que era muy fértil y no. Entonces yo, que tengo un mundo interior muy grande, decía: ‘Vale, pues ya está, no voy a poder ser madre otra vez por la enfermedad y la medicación…", se empezó a meter presión y a obsesionarse con el asunto. "Fueron meses de pensar mucho en los que tuve incluso ataques de ansiedad (no diagnosticados) relacionados con no llegar a quedarme embarazada cuando yo quería", admitía.