El 10 de mayo de 2019, después de una revisión rutinaria, Sara Carbonero recibió la noticia de que padecía cáncer tras haber sido encontrado un tumor maligno en uno de sus ovarios. "Afortunadamente lo hemos pillado a tiempo", explicaba entonces. La periodista fue operada del mismo con éxito, y se sometió a un proceso de quimioterapia posteriormente. En estos cinco años que han pasado desde entonces, Sara ha seguido hablando de la enfermedad puntualmente, y en sus redes sociales es más o menos habitual que haga reflexiones al respecto. Así ha ocurrido en las ultimas horas, cuando ha recordado cómo vivieron sus hijos su cáncer y, en especial, el cambio físico que experimentó durante el mismo.
Martín y Lucas eran pequeños cuando su madre recibió el diagnóstico y tuvo que recibir el mencionado tratamiento. La presentadora toledana tuvo, fruto de su relación sentimental con Iker Casillas, a su primogénito en enero de 2014 y al benjamín de la familia en junio de 2016. Cinco y dos años tenían, por tanto, los niños, cuando su madre supo que tenía cáncer. Y pese a su corta edad, sí fueron conscientes del impacto en el estado de su progenitora. Muy especialmente, en lo referido a su aspecto, como ha contado ahora Sara.
Más de un lustro tras haber recibido la noticia, y apenas unos días después de reflexionar sobre su imagen más natural, Sara ha compartido una nueva publicación en Instagram con varias imágenes, la primera de ellas siendo un selfi tomado frente al espejo, una especialidad fotográfica en la que reconoce ser "malísima": "Que si un ojo bizco, que si muy seria, la mirada melancólica, que si te sonríes mucho a ti misma es muy forzado...". Pero que, al mismo tiempo, tiene un importante valor para ella en cuanto mirarse al espejo, como ha contado, le ha servido como herramienta para "mejorar" su autoestima. Carbonero ha recordado que "por causas de la vida" hubo una etapa en la que "huía" de ellos ya que "no reconocía" a la persona que le mostraban.
Sobre este último punto ha querido abundar, recordando un episodio vivido con Martín. La periodista había acabado ya su sexto y último ciclo de quimioterapia. "Estaba en la cama, sin poder moverme y mi hijo mayor se tumbó conmigo", relata. El niño la miraba detenidamente, y en un momento dado le dijo: “Mamá, es que tienes las cejas grises y no pareces tú”. La manchega cuenta que, a raíz de no mirarse en los espejos, ignoraba que había perdido todo el pelo de las cejas. "No sabía muy bien cómo salir de ahí y se me ocurrió decirle: ¿Y pestañas? ¿Has visto que me queda una única superviviente ? ¡Una! ¡La más valiente!", le dijo a Martín, que intentó arrancársela, muerto de risa.
Sara reconoce que tiene grabada esa conversación "como muchas otras incómodas" que le hicieron ver que "gracias a su capacidad de adaptación fue todo menos traumático", en sus propias palabras. Como ha explicado, a día de hoy, Martín y Lucas cuentan "orgullosos" a sus amigos que su madre tuvo el pelo "como un chico" en el pasado. Profundizando en cómo vivieron los niños que perdiese su acostumbrada melena, ha confesado que el primer día que la vieron así, les llevó unos puzles para desviar su atención, siguiendo el consejo de su psicóloga.
La estrategia no tuvo éxito, y los niños fueron muy conscientes del cambio físico de su madre. "No quitaron sus ojos de mí, corriendo incluso alguna tímida lágrima por sus mejillas"- Poco después se pusieron a buscar fotos de actrices y cantante "monísimas con pelo corto" y siguieron con el puzle. Con el paso del tiempo, cambiaron los ánimos. "Las carcajadas llegaron cuando en ese mismo verano salía en la tele un anuncio de champú que grabé meses antes con mi larga cabellera meneándola para delante y para detrás". Fue, en palabras de Carbonero, "el colmo de los colmos", pero sirvió para que "los enanos" la imitasen y la animaran. "Pronto volverás a hacerlo, mamá", ha concluido. “Y además, ya no tendrás las cejas grises”, ha recordado la periodista.