Verónica Forqué, una de las actrices más emblemáticas del cine patrio, se quitaba la vida el pasado 13 de diciembre a los 66 años. Su muerte conmocionaba al mundo de la cultura, llenándolo de dolor por un lado, pero también poniendo sobre la mesa la importancia de la salud mental y sus estigmas. La intérprete había manifestado en varias ocasiones su tendencia a la depresión, que le acompañó en varias etapas de su vida. A su lado siempre estuvo su hija María, que este jueves, dos meses después de su partida, tenía un pequeño gesto de amor con su madre.
La extravagante artista, que suele utilizar su perfil de Instagram para exponer única y exclusivamente sus atrevidos trabajos, se quiso saltar su norma no escrita para rendirle un pequeño homenaje a la mujer que le dio la vida. La joven de 32 años colgaba una imagen en blanco y negro de la infancia de Verónica a la que acompañaba con una palabra, “Mom” (mamá), y dos emoticonos, un corazón y una gota de sangre que simbolizaría su profunda tristeza.
Lo cierto es que María se mantuvo en silencio unos días tras el trágico desenlace de su madre, después subiría algunas imágenes de la capilla ardiente de Verónica en su perfil de Instagram a modo de despedida. A finales de año, un mes después de su adiós, daba un paso más y escribía una carta en la que reflexionaba sobre el amor que la profesa y su total aceptación ante la decisión que tomó.
“Mi madre vino a dar luz. No se ha ido, solo está en otra habitación. No tiene cuerpo, pero su energía está más presente que nunca, porque ahora es omnipresente. Cuando necesito un abrazo se lo pido, tú puedes hacerlo también”, aseguraba en este emotivo texto publicado por Shangay.
“Hay muchas cosas que existen y no vemos; mi madre es una de ellas. De nuevo, debo recordar que ella vino a dar luz. Ya no se veía capaz de darla como ser humano en la Tierra y decidió irse a un plano más elevado, y no material, para seguir con su misión de llenarnos de luz. Hay que respetar su decisión: a ella lo que le gustaba era ayudar, y aquí su misión había acabado”, hacía una alusión al estado depresivo y de agotamiento en el que estaba sumida en sus últimos días.
"Tenemos que cambiar esta manera triste y negativa de ver la muerte en Occidente porque es irreal y nos hace sufrir. Y el suicidio también está muy estigmatizado por la influencia de la Iglesia. ¿Por qué alguien no puede acabar con su vida, si es suya? Quién mejor que uno mismo para decidir que no quiere seguir más en este juego e irse al siguiente. Tengamos respeto", aceptaba la dura elección de su madre, con quien se reencontrará tras su muerte terrenal: “nos vemos pronto, en la siguiente etapa, porque la vida dura un segundo”.