Son momentos complicados para Iker Casillas y Sara Carbonero. Después de seis meses en los que su relación era noticia, la pareja ha sido la encargada de confirmar su separación con un comunicado. El fin de una historia de amor que arrancó con un beso icónico en Sudáfrica y que se transformará en cordialidad por el bien de Martín y Lucas, los dos hijos que tienen en común y que les tendrán vinculados de por vida.
Formar una familia fue el primer gran paso vital que dieron como pareja. Habían pasado ya cinco años desde que volvieron del Mundial de 2010 como uno de los tándems más queridos de España. Ella, la reportera de ojos azules que convertía en tendencia cada prenda que tocaba. Él, el capitán de la Selección que había hecho historia del deporte. Juntos parecían haber formado un dúo inquebrantable en el que todo un país estaba volcado. Y después de la efervescencia mediática, llegó la estabilidad.
El año 2014 arrancaba con la incorporación de un nuevo miembro al clan Casillas Carbonero. Martín fue el nombre que ambos escogieron para un niño que llegó al mundo un mes de enero en la madrileña clínica Ruber Internacional. Tanto él como ella eran conscientes de que su pequeño heredaría el cariño que se habían ganado a pulso sus padres, por ello decidieron presentarlo ante la prensa a su salida de Instagram.
Durante su primer año de vida, un incipiente Instagram en el que Sara comenzaba a despuntar (ya era trendsetter muchísimo antes de que se inventase el término influencer) fue el álbum de fotos perfecto para hacernos partícipes de cómo el menor iba creciendo a pasos agigantados. Según iban pasando los meses fuimos viendo cómo se mantenían esos ojos claros, regalo de su madre. Y cuando acababa de cumplir su primer año, llegaron los cambios.
Iker abandonaba el Real Madrid, el club que le vio convertirse en leyenda, para fichar por el Porto FC. Tocaba tomar decisiones, y Sara Carbonero decidió abandonar su trabajo como presentadora de la sección deportiva de Informativos Telecinco para apoyar el sueño de su compañero de vida. En Portugal encontraron un hogar en el que asentarse durante los cinco años posteriores. (Casi) todas las primeras veces de Martín las vivió lejos de Madrid, donde le esperaban las respectivas familias de Iker y Sara. Y fue allí, en esa casa con vistas al mar, cuando aprendió a ser hermano mayor.
Un 2 de junio de 2016 nacía Lucas, el segundo hijo de la pareja. Y sí, aunque siempre mantuvieron su idea de blindar la identidad de ambos menores, él también se convirtió en un habitual de los feeds de Instagram del futbolista y la periodista. Fue en la red social estrella de los famosos donde descubrimos que había heredado la pasión de papá Casillas por el fútbol, donde parece ser un hacha. Pero por encima de todo nos demostraron que el pequeño de la casa estaba hecho "de otra pasta".
Porque es más independiente que su hermano, un "superviviente" por haber llegado después al que le tocó "ingeniárselas para hacerse su sitio y lograr sin ellos apenas sospecharlo que sus hermanos mayores no les vean como el enemigo". Tener un hermano mayor le enseñó a compartir, a heredar ropa y juguetes, a ser conformista y a forjarse una personalidad de la que sus padres siempre han estado muy orgullosos. Él, junto a Martín, será ahora el nexo de unión entre Sara Carbonero e Iker Casillas ahora que su vida en común ha marcado un punto y aparte.