Hace menos de un mes, María Pombo comenzó a sentir un pequeño hormigueo en el cuerpo. Lo podía haber achacado al estrés, una secuela lógica teniendo en cuenta que por entonces estábamos en pleno confinamiento. Pero la influencer sabía que había algo más. Desde que tienen uso de razón, tanto ella como sus hermanas han convivido con la esclerosis múltiple, una enfermedad que le detectaron a su madre y a la que ahora podría tener que enfrentarse María.
En un vídeo de Instagram en el que daba explicaciones tras una semana desaparecida, ella misma aseguraba estar “mentalizándose” de que este pueda ser el diagnóstico definitivo. Estos últimos días ha tenido que hacer varias visitas al hospital para someterse a una resonancia cerebral, una resonancia medular, una punción lumbar y varias pruebas de sangre. De momento, los únicos datos con los que cuenta es que sufre mielitis, una inflamación de la médula que suele derivar en la esclerosis.
Pase lo que pase, los médicos ya le han advertido que lo han podido coger a tiempo. Y eso es por y gracias a su madre. Para entender la historia de superación de la matriarca de las Pombo debemos remontarnos veinte años atrás, a un día en el que se comenzó a notar más cansada de lo normal, con mareos. Esto, sumado a que se percató de que un brazo se le dormía más de la cuenta, la animó a realizarse una serie de pruebas.
Por entonces, su marido Víctor Pombo era publicista. Acababa de sacar a la luz una campaña muy importante sobre la esclerosis múltiple. Y, en un acto del destino demasiado “impactante”, el día después de recibir un premio por su trabajo en este proyecto como anunciante llegaron los resultados: esa enfermedad era precisamente la que acababan de diagnosticar a la madre de sus hijas.
Lucía, Marta y María eran muy pequeñas en aquel momento. “Yo no me acuerdo de cómo nos lo dijeron ni de cómo nos lo tomamos. Yo no era consciente para nada de lo que suponía esta enfermedad. Hemos sido conscientes según hemos ido creciendo”, contó la mediana en una entrevista para TRECE. Y según fueron pasando los años, no solo se percataron de las consecuencias de esta enfermedad crónica y degenerativa que afecta al sistema nervioso. También descubrieron la “fuerza y entereza” de su madre.
“La tía nunca se queja, siempre tira para adelante, nunca pide ayuda. Lo lleva todo lo bien que puede, nunca te va a decir que está mal. Ha estado muy bien. Lleva una enfermedad muy buena, aunque es verdad cada vez se ven más los efectos de la enfermedad”, contó Marta Pombo en la entrevista antes mencionada. “Sin esta enfermedad, mi madre nunca habría tenido esas cualidades ni yo habría aprendido de ellas. Somos quienes somos gracias a lo que hemos visto de ella”, relató. Y tras años de aprendizaje, ahora le ha tocado a María Pombo poner en práctica esta lección de vida.