La vida de Ona Carbonell dio un giro de 180 grados el 2 de agosto de 2020. Hace justo un año, la nadadora y Pablo Ibañez, su pareja, daban la bienvenida a su primer hijo, un niño llamado Kai. Con los Juegos Olímpicos retrasados un año por el coronavirus, la capitana del equipo español de natación sincronizada pudo disfrutar de este tiempo extra para disfrutar de sus primeros meses en la maternidad mientras se preparaba para hacerse con una medalla en este esperado certamen. La deportista tenía claro que estas olimpiadas iban a ser muy diferentes “porque mi hijo celebrará su primer año de vida cuando yo esté allí”. Y ese día tan especial para ella y los suyos finalmente ha llegado.
La catalana tenía claro que sus circunstancias la obligarían a celebrar este aniversario a distancia. La orgullosa mamá compartía con su familia virtual una fotografía en la que aparece tumbada en la cama mientras sostiene su móvil en una mano (se intuye que se encuentra en medio de una videollamada con el pequeño) y, en la otra, un pastel con una vela en forma de número uno.
“Muchisimas felicidades, Kai! Tu primer añito… ¡Qué maravilla es la vida! Hace un año estaba en una sala de partos y ahora estoy en mis terceros JJ. OO. en Tokio. Estamos separados pero te tengo presente en todo momento, y hoy soplamos juntos a pesar de la distancia. Te quiero”, dirigía estas emotivas palabras a su bebé.
“Tener que escoger entre la conciliación familiar y participar en los Juegos” ha sido un quebradero de cabeza de tal calibre que se ha visto forzada a poner en pausa su proceso de lactancia materna y distanciarse de su niño durante los más de 20 días que durará este compromiso profesional. Ona y otras atletas que se encuentran en el mismo punto, con bebés lactantes o de corta edad, contactaron con el Consejo Superior de Deportes, el COI y el español para pedir formalmente que les proporcionaran un remedio a la altura de este evento deportivo.
La solución propuesta fue que tanto Kai como su pareja podrían acompañarla a Japón. Pero las medidas drásticas del gobierno, ya que tanto Pablo como el niño tendrían que estar confinados en la habitación de un hotel alejado a la Villa Olímpica, eran “incompatibles con rendir en esta competición y que tu familia esté lo mejor posible” para Ona, que tuvo que asumir que la mejor opción era viajar sola y esperar que, a su regreso, “pueda seguir la lactancia.