Ha pasado más de un mes desde que se instaurara la nueva normalidad, pero el confinamiento nos ha dejado marcados. Durante estos tres meses de encierro hemos tenido que aprender a convivir con nosotros mismos y hay quienes no han dudado en confesar las complicaciones que han sufrido enfrentándose a esta situación. Ricky Martin se ubica dentro de este último grupo. "Cuando nos encerraron, necesitaba recuperarme de la locura que estaba sintiendo, me volví loco. Más que locura, lo que tenía era mucha ansiedad", revelaba durante el estado de alarma. Actualmente, disfrutando de una mayor libertad, ha hecho balance de todo lo que ha pasado y ha explicado algunas actitudes suyas que ha destapado en este tiempo.
El puertorriqueño ha explicado en una entrevista para Elle cuál es el principal hallazgo personal que ha tenido que acatar durante esta extraordinaria situación. “¡Aceptar que soy un controlador terrible! Y te aseguro que he trabajado en ello muchísimo.”, confesaba a la publicación, “antes en las entrevistas siempre aseguraba: «Yo soy de delegar, de que todo el mundo opine, me encantan los consejos...». Esta vez no. Esta vez tengo que decirte que me he dado cuenta de que necesito controlar”. Y es que, dentro de la propia rutina donde estaba sumergido no se percataba de su comportamiento. “Cuando estás acostumbrado a trabajar con un itinerario de lo que será los dos siguientes años de tu vida y todo eso se cae, ves las cosas mucho más claras” explicaba.
Además de aceptar sus actitudes en este tiempo de ‘Pausa’, nombre de su nuevo EP, también ha querido responder algunas preguntas sobre su familia. En particular, sobre su única hija: Lucía, la última en llegar al matrimonio Martin Yosef. “Una niña con dos papás y tres hermanos: ¡será la dueña del mundo!”, auguraba a la revista de moda, donde revelaba como es de perspicaz a pesar de tener muy pocos meses de edad. “Lucía ya se queda con todos y no tiene ni un año. ¿Estamos listos? No lo sé. Pero estamos muy felices”, aseguraba.
Con la música el puertorriqueño ha encontrado el tratamiento perfecto contra esa angustia a la que tuvo que hacer frente durante el aislamiento. “Para mí, hacer música es psicoanálisis. Y en la cuarentena me ayudó a aliviar la ansiedad y los momentos de depresión”, relataba, garantizando que fue al bajarse de los escenarios “donde se activó de manera intensa” esta sensación. “Imagínate, actuar es lo que he hecho toda mi vida, y de repente eso ya no existe”, recordaba.
Pero cuando suelta el micrófono y deja de componer, la soledad es su gran aliada. “El silencio. A mí me hace mucho bien. Todas las mañanas me levanto a las seis de la madrugada a solas en mi hogar. Esto para mí es muy importante. Algo casi religioso. En ese proceso sin ruidos en el que me estoy preparando el café es cuando llegan los pensamientos que me permiten resolver las cosas de cada día”, descubría a la cabecera, donde explicaba que tras desayunar y meditar totalmente callado, “llegan sus hijos y su sonrisa, que son los que terminan de resolver todo”. “Hay que pasar por la depresión porque es parte del proceso de vivir, pero, en mi caso, por poquito tiempo, porque no me dejan”, concluía entre risas.