Durante mucho tiempo, Ricardo Bofill fue un habitual en tertulias y programas del corazón, pero de la noche a la mañana, el abogado desapareció. Un cambio de vida radical, una decisión consciente que tomó con la intención de llevar la vida que en realidad quería.
Fueron sus relaciones sentimentales las que le dieron la fama entre el gran público, la primera de ellas, con Chábeli, única hija de Julio Iglesias e Isabel Preysler. Con ella se casó en 1993, a pesar de las serias dudas que tenía todo el mundo, incluido el padre de la novia, tal y como confesó la propia Chábeli para ‘Vogue’ tiempo después. "Chábeli, tengo el avión a diez minutos de aquí. Nos vamos todos y les dejamos con la boda", ella prefirió seguir adelante.
Fue un enlace celebrado en el Taller de Arquitectura de Ricardo Bofill padre. Allí se reunieron los 150 invitados, un número bastante modesto en comparación con la cantidad de curiosos que se acercaron a ver qué sucedía. Un año y medio después del ‘sí, quiero’, llegaba la separación.
Su divorció no sorprendió demasiado, la propia Chábeli revelaría a Hola las grandes diferencias de caracteres entre ambos, aseguraba que ella era más casera y calificaba a Bofill como “bohemio”. Tampoco parecían tener planes conjuntos: “Lo que Ricardo quiere es una vida muy diferente a la que yo quiero".
Tras el amargo divorcio, Bofill se enamoraba de nuevo, otra mediática relación, esta vez junto a Paulina Rubio. Con ella estuvo entre 1996 y 2004 y, aunque llegaron a tener planes de boda, finalmente tomaron caminos separados, aunque de manera mucho más cordial que con su primera esposa.
Hijo del prestigioso arquitecto Ricardo Bofill, fallecido en enero de 2022 a los 83 años, Ricardito, como se le conoció durante muchos años, siguió los pasos profesionales de su padre. De hecho, actualmente se dedica por completo a su profesión, tras alejarse del foco mediático.
"No me escondo, pero decidí que quería acabar con ello, porque no era óptimo para una trayectoria seria”, decía Ricardo en 2019 durante una entrevista concedida a El País. Allí también aseguraba que ahora lleva una vida muy tranquila y ordenada. "Estoy muy centrado en el trabajo y soy muy casero. Tengo diez amigos de toda la vida. Salimos en moto, voy a conciertos en el Palau de la Música, practico el surf. Estoy soltero y no tengo hijos".
Un cambio de vida que no fue nada sencillo, porque durante mucho tiempo sus problemas fueron de dominio público, sus problemas con el alcohol fueron un secreto a voces. “Mi padre me aconsejó un doctor, una eminencia apreciada internacionalmente. Me reconoció y recomendó el ingreso inmediato. Ni un minuto más. Cuando entré, me daban tres meses de vida si continuaba con ese ritmo", le contó a su amigo, el escritor Miquel de Palol, quien lo recogió en un artículo.
Así, Bofill parece haberse alejado de la imagen que proyectaba y haberse centrado en su carrera, sus amigos y las cosas buenas de la vida.