Los últimos años en la vida de Sara Carbonero han sido una montaña rusa, aunque en su vida las emociones nunca han faltado. Desde el momento en el que se confirmó su relación con Iker Casillas hasta la actualidad, en la que ambos hacen vidas separadas después de poner fin a su matrimonio, siempre ha tenido que lidiar con el interés de los medios.
Ella lo ha llevado de la mejor manera posible, dando la información justa en los momentos más delicados para poder seguir viviendo con tranquilidad, pero manteniendo gran parte de su intimidad que se queda solo para los suyos. Porque de los más cercanos parece haber aprendido la mejor manera de lidiar con la fama sin abrumarse por ello.
Esta es la impresión que da mirando a su madre, Goyi Arévalo, quien siempre ha estado a su lado, en los momentos buenos y en los malos, echando una mano, pero sin llegar a colocarse en el primer plano en el que suele estar Sara. Siempre discreta, siempre su mejor apoyo, por lo que no sorprende que Sara le haya pagado con la misma moneda cuando ha sido necesario.
Este apoyo incondicional que Goyi ha sido para sus hijas, se ha visto como ellas se lo devolvían con creces en los momentos en los que la salud le ha jugado una mala pasada a Goyi. Las alarmas saltaban cuando Sara compartía una fotografía desde el hospital, angustiando a sus seguidores por si de nuevo tenía problemas de salud. Más adelante se confirmaba que en esta ocasión acudía como acompañante y no como paciente.
Era su madre quien la necesitaba en esos momentos y Sara no dudó en estar a su lado, del mismo modo que su madre se convirtió en un apoyo inconmensurable durante el tiempo en el que Sara tuvo que someterse a su tratamiento tras haberle sido detectado un cáncer. También estuvo a su lado al conocerse su divorcio de quien durante muchos años fue portero del Real Madrid.
Goyi dividía su tiempo entre Corral de Almaguer (Toledo), el pueblo donde se criaron Sara y su hermana Irene y donde todavía vive su madre, y Madrid. De este modo, puede ayudar a sus hijas en los momentos en los que necesitan un poco de ayuda con sus hijos, mientras ejerce de abuela. Sara tiene dos hijos, nacidos fruto de su matrimonio con Casillas, y su hermana Irene es madre también de un niño.
Su madre sabe las dificultades que puede encontrar cualquiera cuando tiene que criar a sus hijos y por eso no duda en echar una mano siempre que puede. Su vida tampoco ha sido un camino de rosas, tras la separación de su marido, recuperó su vida laboral, trabajando como auxiliar en una residencia de ancianos del pueblo en el que vivió y crio a sus hijas, y que tiene un lugar especial en el corazón de ambas.
Sara siempre ha mostrado una gran admiración por su madre, algo que parece ser compartido por todo aquel que la conoce, y no duda en dedicarle bellas palabras en sus redes sociales en los momentos importantes. “Siempre, siempre hay un camino y si no, nos lo inventamos. Te queremos infinito”, le decía para felicitarle el día de su cumpleaños.