Ser un deportista famoso y de élite no te exime de tener problemas como los que tienen todas las demás personas. Es por eso que visibilizar los distintos trastornos mentales, así como sus consecuencias, puede llegar a ayudar a muchos jóvenes que tienen a esos deportistas como referentes. Además, también les sirve a ellos mismos para darse un respiro, sentirse comprendidos y, sobre todo, hacer visible un problema real.
Así lo hizo la deportista Paula Badosa cuando se alzó con uno de los premios más importantes de su carrera. La joven explicó que había pasado por un episodio de depresión bastante importante. "He pasado por momentos duros, pero nunca he dejado de soñar y de luchar", contó ante las cámaras. La neoyorquina explicó la importancia de contar con psicólogos para superar este bache y, sobre todo, para reconocer aquello por lo que estás pasando.
Este fue el caso de la joven gimnasta Simone Biles. La americana decidió tomarse un respiro en uno de los momentos más felices de su vida, a nivel profesional, pero no tanto lo fue a nivel personal. Simone explicó que había estado sufriendo mucho en los últimos meses y que sentía “demonios en la cabeza”.
Todo sucedió cuando la joven competía en los Juegos Olímpicos de Tokio. Días antes de hacer la prueba de las barras asimétricas, Simone decidió dar una rueda de prensa. Todos los periodistas expectantes esperaban que la americana hiciera algún anuncio sobre su carrera, pero nadie esperaba que el abandono fuera la decisión.
Lo cierto es que todo se torció en la primera prueba de la competición. Fue en ese momento cuando Simone obtuvo una de las puntuaciones más bajas de su carrera. Eso fue determinante para tomar su decisión. “Desde que entro al tapiz, estoy yo sola, confrontando a los demonios de mi cabeza”, explicó la joven en la rueda de prensa. Además, también comentó lo que le había marcado los “abusos sufridos” por parte del doctor Larry Nassar. “Estaba deprimida. Dormí mucho porque, para mí, era lo más parecido a la muerte sin dañarme”, agregó.
Y no solamente Simone ha hablado de sus problemas personales. También lo hizo Andrés Iniesta, probablemente en uno de los mejores momentos de su carrera: tras ganar el Mundial de Sudáfrica. Esa complicada etapa comenzó con la muerte de su amigo Dani Jarque, así como las distintas lesiones que sufrió durante ese año.
“Poco a poco vas sintiendo que no eres tú […] No tienes sentimiento, no tienes pasión”, explicó el futbolista. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando y cuando decidió acudir a la ayuda de un profesional. “Estoy feliz, aunque sea difícil decirlo, de haber vivido esa situación y de haber salido porque creo que me ha hecho mejor persona”, comentó Andrés a los periodistas.
Tampoco el jugador de baloncesto, Álex Abrines, vivió un momento fácil en su carrera. El joven utilizó su cuenta de Twitter para explicar lo que le estaba sucediendo. “Hace unos meses todo se rompió en mil pedazos porque empezaste a darme miedo. No te podía ni ver. Incluso llegué a odiarte”, escribió Álex en su red social. Fue así como el joven reconoció ese episodio de presión y ansiedad que sentía cada vez que ponía un pie en la cancha de baloncesto.
Su pesadilla comenzó en diciembre de 2018 cuando los Thunder le incluyeron en su lista de inactivos, sin darle ningún tipo de explicación. Lo cierto es que esto fue algo sorprendente ya que Abrines era uno de los deportistas más reconocidos en el mundo del básquet y un habitual en los Juegos Olímpicos.
Y esta etapa también afectó a uno de los deportistas más importantes del mundo. Michael Phelps es el máximo medallista olímpico, con 23 oros, pero en 2014 vivió un momento complicado: “Había momentos en los que no quería vivir”. Así, Phelps explicó que había pasado por “tres o cuatro periodos de depresión fuerte” justo después de los Juegos Olímpicos. Todo lo superó con la ayuda de unos profesionales y, sobre todo, confiando en sí mismo y en todo lo que podía hacer.
Tampoco el deportista español Ricky Rubio lo pasó bien en un momento determinado de su vida. El catalán perdió a su madre víctima de cáncer, lo que le afectó en su parcela profesional y personal. Así, esas últimas temporadas de 2015-2016 fueron especialmente duras. “Cuando alguien que amas muere es como si una niebla te envolviera”, argumentó Ricky. Es por eso que el baloncesto pasó a un segundo plano en su vida y decidió centrarse en su faceta personal y, sobre todo, en recuperarse.