La muerte de Michael Jackson dejó en shock a toda la sociedad. Nadie se esperaba que uno de los cantantes más reconocidos y famosos del mundo nos dejara con, tan solo, 50 años. Su fallecimiento fue de lo más controvertido y, con el paso de los meses, supimos que la causa había sido un paro cardiorrespiratorio por una intoxicación. En ese momento, se comenzó a culpar a su médico de confianza.
Los días posteriores a su muerte también fueron especialmente duros. Casi dos semanas después, el 7 de julio de 2009, se celebró su funeral público, una especie de homenaje que congregó a toda su familia y a grandes rostros.
El funeral fue de lo más multitudinarios del mundo, superando al de Elvis Presley, al que acudieron más de 70.000 personas. También, el número de personas superó al de Diana de Gales, en 1997, al que fueron invitados 230.000 personas. Las entradas a este homenaje póstumo fueron sorteadas y gratuitas.
Además, la cobertura fue de lo más extensa, incluyendo retransmisiones a través de la televisión, la radio e internet. Este contó con una audiencia de más de 2.500 millones de personas, convirtiéndose en el funeral y el acontecimiento más visto de la historia.
Esa misma mañana también se celebró otro acto más privado seguido de otro público en el Staples Center, el lugar donde Michael había ensayado una serie de conciertos llamados ‘This is it’, justo dos días antes de su muerte. Se pusieron a disposición del público unos 17.500 tickets gratuitos para los que participaron 1,2 millones de personas, pero solamente hubo unos pocos afortunados.
Entre los invitados, nos encontramos con muchos rostros conocidos. Entre ellos, Ron Boyd, Kobe Bryant, las hermanas Kardashians, Jennifer Hudson, Martin Luther King III o Magic Johsons. También, acudieron el cantante Justin Timberlake, la hija de Lionel Richie, Nicole, que es la ahijada de Michael, el rapero Akon, Queen Latifah y Beyoncé. Todos ellos se trasladaron hasta el estadio para dar el último ‘adiós’ al cantante y apoyar a la familia.
Una de las cosas que más llamó la atención fue la elección del féretro. La familia se decantó por uno hecho en bronce y chapado en oro con un precio de unos 25.000 dólares. El interior estaba recubierto de terciopelo azul. Además, poco se sabe de la ropa con la que se vistió a Michael para ese día, pero sí que se cree que el atuendo lo pudo diseñar Dennis Tompkins y Michael Bush, sus diseñadores de confianza.
También, se piensa que llevó el tradicional guante blanco en la mano derecha. Además, se incluyeron tres notas de los tres hijos del cantante. Alrededor del mausoleo se colocaron distintas cámaras de seguridad y alarmas para que no se molestase el descanso del artista.