La familia real británica es una de las royals europeas que más atención atraen. Así, debido a la tradicional devoción que se siente por la corona en el país inglés, cada uno de los pasos que han dado sus descendientes ha sido observado con lupa. La reina Isabel siempre ha demostrado saber estar a la altura de cualquier circunstancia y nunca ha dado un paso en falso, midiendo todas las decisiones que tomaba. Por tanto, ella, considerada una de las personas más importantes del país, ha querido que su hijo y sus nietos se comportaran de la misma manera.
La cosa comenzó a torcerse cuando William se enamoró en la universidad de Kate, una joven, de una familia de clase media-alta, que no pertenecía al mismo mundo por el que se movía la reina y sus allegados. Luego, comenzaron a hacerse públicos distintos escándalos de Harry, que ni la mili pudo cambiarlos. Así, cada uno de sus nietos fue construyendo su personalidad y alejándose un poco del estricto protocolo de la corona británica. Probablemente a la reina Isabel no le quedó otra que aceptar el comportamiento de Harry y William y entender que los tiempos habían cambiado.
Así, William y Kate decidieron pasar por el altar el 29 de abril de 2011. En su relación había habido algunos baches, debido a la tensa relación de la joven inglesa con la prensa, donde tardó mucho tiempo en encajar. Así, Kate pasaba a formar parte de una de las familias royals más importantes del mundo y lo hacía con una educación exquisita y siguiendo todas las directrices que le había marcado la abuela de su chico. Kate fue enseñada a comportarse en público siguiendo estrictos protocolos y comprendió que su vida había cambiado para siempre.
Parece ser que la pareja encajó bastante bien estos cambios en su día a día y decidieron seguir representando a la corona británica. Por su parte, Harry todavía no había sentado la cabeza y seguía dando más de un titular que a Isabel no le hacía gracia. Sí que había tenido varias relaciones, pero ninguna de ellas había llegado a buen puerto. Eso sí, la vida le estaba esperando con algo mucho mejor. A principios de 2016, un amigo le organizó una cita a ciegas. La afortunada era, nada más y nada menos, que Meghan Markle, una actriz americana que triunfaba con su serie Suits en todo el mundo.
Aunque al principio no se gustaron nada, parece ser que ambos decidieron darse otra oportunidad y seguir quedando en Londres. Así, surgió el amor entre el príncipe y la actriz; caminando juntos por el Tamésis o yéndose de copas a los lugares más exclusivos de la ciudad. Eso sí, todo bajo la más estricta intimidad. Ambos comenzaron a salir en el mes de julio y su noviazgo se hizo oficial a los pocos días. Cuando anunciaron su compromiso pudimos ver a una Meghan sonriente, totalmente entregada a la causa y dispuesta a asumir su rol en la casa real.
Pero parece ser que las cosas comenzaron a cambiar tras el nacimiento de su hijo Archie. La pareja se dio cuenta que querían criar a su pequeño en un entorno lo más próximo a la realidad y lo más alejado de los lujos y privilegios. Por eso, tomaron una decisión que nunca antes los británicos habían visto; Meghan y Harry decidieron renunciar a sus deberes reales y, por tanto, el matrimonio dejó de usar el tratamiento de ‘alteza real’ desde enero de 2020. Un acontecimiento que la prensa denominó ‘Megexit’.
Parece ser que este fue el principio de una tensa relación con su hermano. Ambos se habían vuelto inseparables desde la trágica muerte de su madre, aunque tuvieran caracteres más diferenciados; William cumplía todos los deberes como parte de la familia real, mientras que Harry llegaba a revelarse más. Aún así, parecía que los dos combinaban sus distintas formas de ver la vida a la perfección. Pero parece que la decisión de dejar atrás Reino Unido y, sobre todo, la Corona, afectó mucho a su relación como hermanos.
Así lo comentó Harry en una entrevista, donde explicó que sus vidas “van por caminos diferentes” y que tenían “días buenos” y a veces “días malos”. “Somos hermanos. Siempre seremos hermanos. Estamos ciertamente en este momento en caminos diferentes, pero yo siempre estaré con él (apoyándole) y sé que él siempre estará conmigo”, explicó el príncipe Harry. El príncipe explicó que había tomado esta decisión porque su único propósito es proteger a su familia y no “repetir el pasado”, en referencia a las presiones que sufrió su madre antes de morir.
“Todo por lo que ella (Diana de Gales) tuvo que pasar (...) es increíblemente importante cada día y no es que yo esté paranoico, es solo que yo no quiero que el pasado se repita”, recalcó en la mencionada entrevista. “Parte de este trabajo (como miembro de la Familia Real británica) es ponerle buena cara (a las cosas), pero para mí y para mi mujer, hay muchas cosas que duelen, especialmente cuando la mayoría de ellas no son ciertas”, apuntó Harry. Es por eso que tanto él como Meghan decidieron tomar esa decisión tan arriesgada, pero acertada, para asegurarle un futuro feliz a su pequeño Archie.