Alejandro Sanz es uno de los cantantes más reconocidos de nuestro país. El intérprete de Corazón partío siempre ha contado que está muy unido a su familia, especialmente a su hermano, Jesús. La infancia de los dos hermanos fue de lo más tranquilo, creciendo en el barrio de Pueblo Nuevo y de Moratalaz, en Madrid.
Alejandro se hizo conocido cuando todavía no había alcanzado la madurez y, por eso, multitud de fans se agrupaban a las puertas de su casa familiar, donde sus seguidoras hacían cola para que el cantante les firmara un autógrafo o poder fotografiarse junto a él. Por eso, esos primeros años de fama fueron convulsos para la familia Sánchez-Pizarro.
Mientras que la fama de Alejandro crecía, Jesús decidió quedarse en un segundo plano. Fue en 1991 cuando el cantante firmó uno de sus primeros contratos en el mundo de la música y lo hizo de la mano de Rosa Lagarrigue, su representante hasta el año 2016. Fue en ese momento cuando Alejandro quiso dar un giro de 180 grados y decidió que siguiera estas funciones su hermano, quien había sido siempre su mano derecha.
Esta decisión fue algo transitoria, ya que el objetivo era que la empresa de Jesús se encargara de todas las gestiones hasta que Alejandro encontrara otra oficina de representantes. Jesús se encargó de todos los compromisos a través de su propia empresa, Gazul Producciones, con sede en Madrid. Él mismo explicó que sería algo momentáneo y que tenían mucho trabajo, pero podían abordarlo. Lo cierto es que la empresa ya tenía experiencia en trabajar con Sanz, ya que son quienes se ocupan de la gestión de sus actuaciones y, además, explotan su cartera de propiedades.
Además, la empresa tiene una facturación de casi 15 millones de euros. Pero a pesar de la importancia de su trabajo y a caminar siempre de la mano de su hermano, Jesús ha intentado mantenerse en un segundo plano. Volcándose solamente en ese lado más profesional y alejándose de los focos y de los medios de comunicación.