Una alimentación saludable comienza en el supermercado, y en este primer paso es donde podemos tropezarnos con el mayor escollo para lograr nuestro objetivo. Los alimentos frescos nos lo ponen fácil, porque sabemos qué estamos comprando en cada momento cuando visitamos la frutería, la carnicería o la pescadería. El problema llega cuando nos enfrentamos a los productos envasados y queremos interpretar las etiquetas de cada alimento correctamente. Una cosa es tener la garantía (que la tenemos) de que cualquier producto que ofrecen los supermercados es seguro, y otra saber realmente qué estamos comprando. Te ayudamos a entender mejor esas etiquetas, para que compres lo que realmente quieres.
A menos que estemos comprando un producto que contenga un solo ingrediente, como el café, es obligatorio que la etiqueta muestre todos los ingredientes que contiene. Puede indicar la cantidad de cada ingrediente o no, pero hay una pista esencial que nos pones las cosas más claras: el orden en el que aparecen. Está establecido que aparezcan en riguroso orden en función de su presencia en el producto. Por ejemplo, lo esperable es que el azúcar aparezca en primer lugar si estás comprando algún tipo de crema de cacao, mientras que si es un caldo de verduras o un bote de tomate frito, debería estar al final.
Nuestro deseo de comer de manera saludable choca en muchas ocasiones con uno de los ingredientes más habituales de los productos envasados: los aditivos. Y es que sobre ellos circula una leyenda negra que en ocasiones es injusta. Apoyamos al 100% tu deseo de comer alimentos que no contengan aditivos, siempre que tengas en cuenta lo siguiente: todos los que se utilizan en los alimentos que tienes a tu alcance son seguros, de eso no tengas ninguna duda. De ti depende saber qué alimentos deben ser habituales en tu dieta y cuáles no, reservándolos para excepciones.
Pero los aditivos permitidos, que normalmente son un número precedido de la letra “E” cumplen en muchos casos funciones esenciales como la conservación de un alimento, que de otra forma nunca podría llegar a tu mesa. Si un producto tiene en su etiquetado una ristra de aditivos, seguramente no debas tomarlo a diario, pero la mayoría de los que te encuentras habitualmente, cuando solo hay uno o dos, son lo que garantizan la frescura y seguridad del alimento.
Distinguir entre fecha de caducidad y fecha de consumo preferente es una de las asignaturas pendientes que tenemos al ir a hacer la compra. Y vamos a resolverlo de una vez por todas. Cuando un producto tiene fecha de caducidad, debemos respetarla, porque nos está indicando que a partir de la fecha que indica el alimento dejará de ser seguro para su consumo.
Esto es algo muy importante a tener en cuenta para cuidar nuestra salud, pero también lo es no confundir esta fecha de caducidad con la fecha de consumo preferente. Esta última hace referencia a la calidad del producto, no a la seguridad. El fabricante garantiza un sabor y textura hasta la fecha indicada, y a partir de ese momento, lo que puede pasar es que alimento pierda cualidades, pero sin que su consumo suponga ningún riesgo.