Seguro que al pensar en una "relación tóxica", se nos viene a la cabeza una persona concreta. De hecho, puede que hasta hayamos estado "enganchados" a un tipo de relación así (le pasó hasta la mismísima Rihanna con Chris Brown). Pero... ¿por qué este tipo de relaciones son tan adictivas? ¿Cómo podemos aprender a identificarlas? ¿Qué conductas no se deberían normalizar en pareja? Distintas psicólogas nos sacan de dudas y comparten pautas para ponerle fin.
Lo primero que hay que saber a la hora de querer acabar con una relación así es que no hay "personas tóxicas", sino "conductas tóxicas". Un tipo de comportamiento que todos hemos podido realizar alguna vez.
La psicóloga Elizabeth Clapés, autora del libro 'Perderte para encontrarme', asegura que cuando conocemos a alguien, no nos planteamos que algún día romperemos con esa persona, pero sabemos -o deberíamos saber- que es algo que puede suceder en cualquier momento. ¿Por qué? Porque "nunca conocerás a nadie tan a fondo como para poder poner la mano en el fuego sobre vuestro futuro juntos. Ni siquiera a ti mismo. No sabes cómo serás en unos años, ni lo que necesitarás, ni lo que ciertas situaciones pueden llevarte a hacer. Por eso, no puedes estar seguro de cómo irá la relación con nadie. No está bajo tu control”, asevera.
Y nos recuerda que muchas veces olvidamos que el sentido real de relacionarse con otras personas es disfrutar del vínculo mientras exista y no que este sea eterno: “Eres libre para tener la misma pareja toda la vida, pero también de cambiar cada cinco meses o diez años, o de no tenerla nunca”. Por eso, en la complejidad de las relaciones, a menudo se confunden los límites entre el amor sano y las dinámicas tóxicas. Los expertos enfatizan en la importancia de aprender a reconocer estas señales, que a veces pueden ser muy sutiles, crucial para el bienestar emocional.
Eva Gutiérrez, psicóloga, invita a reflexionar sobre una relación y a no normalizar todas estas conductas que a continuación presenta, “y que de sanas no tienen nada”:
“Y no, tampoco es sano pensar que ya cambiará y quedarse esperando ese cambio que nunca llega”, advierte. “No es sano pasarse la vida sufriendo por amor. ¿Qué tal si esta vez empiezas a buscar la forma de afrontar tu situación?”, se cuestiona la experta. “Ninguna persona merece tu dignidad, tú vales mucho, recuérdalo siempre”, concluye.
Cuando la relación se convierte en una fuente constante de ansiedad, manipulación o desvalorización, es esencial cuestionar si realmente estamos experimentando amor o algo más perjudicial. Identificar estos comportamientos no es solo una cuestión de autenticidad emocional, sino también de preservar nuestra salud mental.
En un mundo donde el estrés y la ansiedad acechan en cada esquina (incluso en el entorno laboral), “aprender a aceptar lo que no podemos cambiar se convierte en un bálsamo sanador para el alma. Nos liberamos del peso de dirigir cada paso del camino y nos entregamos a la confianza de lo que nos va deparando la vida”, sostiene la psicóloga Dori Sánchez, autora del libro 'Soltar para avanzar'.
Por eso, cuando dejamos de luchar contra lo incontrolable, nuestras energías se concentran en lo que realmente podemos cambiar. “Nos sumergimos en el presente y enfocamos nuestras acciones en lo que está a nuestro alcance. Es como desplegáramos las alas de nuestro potencial y voláramos hacia nuestros objetivos con una determinación renovada”, concluye.